La recolonización de Lanzarote

Hoy igual que ayer (611 años atrás), Lanzarote vuelve a estar bajo la atenta vigilancia de especuladores internacionales. Colonizadores del siglo XXI, sin escrúpulo alguno, que codician la sufrida tierra y todo el mar que la rodea, para exprimir todo aquello de valor que aún resta de las depredaciones continuadas de los siglos pasados.

Hoy igual que ayer (611 años atrás), Lanzarote vuelve a estar bajo la atenta vigilancia de especuladores internacionales. Colonizadores del siglo XXI, sin escrúpulo alguno, que codician la sufrida tierra y todo el mar que la rodea, para exprimir todo aquello de valor que aún resta de las depredaciones continuadas de los siglos pasados. Eso sí, con la complicidad lisonjera y adulona de una clase política "autóctona" que reniega abiertamente de sus raíces, con tal de seguir apareciendo "en la foto".

¡No! No hay mucha diferencia entre los nuevos colonizadores y aquellos aventureros desalmados que recalaron en nuestras costas en julio de 1402... Un puñado de individuos de la más baja ralea, que con la excusa de que "Deus le volt (Dios lo quiere)", se enseñorearon de esta sufrida isla: robaron las tierras, se apoderaron de los ganados, explotaron la orchilla (exportando y sacando pingües benificios con el preciado tinte), y por si fuera poco, comenzaron a vender a sus habitantes (el glorioso Pueblo Maho) como esclavos... Eso sí, los "nuevos amos" aseguraban que lo hacían por un bien mayor: "salvar" las almas de los isleños, y traerles el progreso. ¿Qué progreso, si al final acababan como siervos en las que hasta ese momento habían sido sus tierras?.

Los nuevos colonizadores tienen más amplias miras: primero se han comenzado a adueñar de las últimas parcelas semivírgenes de ésta nuestra tierra, con la intención de llenarlas de complejos hoteleros y extrahoteleros, que explotarán desde la lejana Europa a través de sus touroperadores; y luego han puesto el ojo en nuestro Mar Canario (cuya titularidad se autoadjudica la metrópoli), para esquilmar las riquezas (petróleo, gases, nódulos polimetálicos, pesca) que en justicia le deberían corresponder a los canarios... Eso sí, todo ello con el beneplácito del Reino de España. El mismo Reino que hace 611 años ya, le dió un beneplácito similar a los especuladores franco-normandos.

Los nuevos colonizadores ya no traen la cruz en la mano, prometiendo "salvar" nuestras almas. ¡No! Ahora vienen con un barril de petróleo, y prometen salvar nuestra ya de por sí maltrecha economía, ofreciéndonos "puestos de trabajo". Y como embajador de las nuevas lisonjas (imitando al traidor Añaterve), han elegido a un canario "de raza", José Manuel Soria... Y una vez más, nuestro pueblo vuelve a verse en la disyuntiva de aceptar la "nueva realidad" del petróleo, y mendigar un trabajo que ya está de antemano ocupado por profesionales cualificados; o mendigar en un sector turístico controlado desde la lejana Europa, y cuyo personal mayormente viene de allá.

Porque nuestra agricultura (que tantos beneficios dio en un pasado no muy lejano), fue condenada a muerte por una Europa interesada en darle realce a otros mercados de su interés, con la complicidad sumisa y lisonjera de España. El sector pesquero y conservero que tantas riquezas obtuvo del Banco Canario-Sahariano, fue desmantelado y desguazado de la noche a la mañana, por "orden" de la misma Europa (apoyada por España), que subvencionó uno a uno cada barco sin contar con sus sufridas tripulaciones. Y la ganadería se convirtió en una figura decorativa para "su" turismo, negando la exportación de nuestros productos lecheros...

La recolonización de Lanzarote ha comenzado...