EL TRANSISTOR DEL FACEBOOK.
Si preguntamos a Paulino Rivero sobre el contenido del contrato de las prospecciones petrolíferas, ¿nos sabría responder? En el sentido afirmativo a que está obligado por la responsabilidad que asume siendo presidente de Gobierno de la comunidad canaria, hago esta pregunta porque dudo que Rivero sepa algo de lo que con tanta importancia interesa al Archipiélago Canario. Si hacemos la misma pregunta a Soria, seguro que sabría responder, como también es seguro que trataría de silenciar el contenido sucio de esta maniobra. Lo que sí es conocido de todos es que siendo nuestro archipiélago el único perjudicado de lo que se cuestiona, nos cuesta creer que estemos discutiendo a ciegas un problema que afecta grandemente en sentido negativo o sentido positivo a nuestras islas.
En mi anterior comentario sobre el tema dije que este problema se trató en sesión parlamentaria del Gobierno de Canarias, y el resultado fue de total unanimidad en cuanto a que sería el Gobierno del archipiélago el que tendría en su derecho orientar las decisiones a tomar; pero no ha sido así. Repito que el Gobierno de Canarias anda a ciegas discutiendo tan grave tema, que teniendo la obligación de conocerlo, nos da a entender en esas discusiones que está sin saber nada del mismo, y ni siquiera España, parte muy interesada de un resultado positivo, se deja ver públicamente como participante directo de ese contrato opaco. Por parte del Gobierno de Canarias, conociendo su contenido, se podría aclarar públicamente hasta dónde llega el atrevimiento de la parte contraria, y recordando que en esa sesión plenaria dentro de la unanimidad habida figuraba José Manuel Soria López, se le podría exigir públicamente que explique los motivos de su cambio de criterio tan radical, antes en la sesión plenaria, ahora contrario a los derechos del archipiélago incluso como parte interesada a intervenir en la discusión contractual.
El pueblo canario quiere saber a fondo el contenido de ese oscuro contrato. Se asombra de que Rivero esconda su contenido, y si lo conoce, no lo exponga públicamente. Y en cuanto a Soria, sea acusado con los epítetos que se quieran de traidor a los intereses canarios; está en su propio interés la honestidad de aclarar su postura, pues a ningún canario le parecería bien que sometiera el interés de las islas al suyo propio. En este caso hay dos personajes que están obligados a ser rotundamente claros, pues el pueblo canario quiere saber qué es lo que existe detrás de esta sucia tramoya: primero, España escondiendo su participación teniendo como tapadera a Repsol y la Caixa; segundo, Rivero sin aclarar si conoce o no a fondo el asunto, lo que resultaría de tal gravedad que le señalaría la puerta de salida del gobierno; tercero, Soria, supeditado a la creencia popular de que bastardea su condición de canario a favor de lo español; cuarto, Marruecos, pretendiendo hacerse en el mundo potencia petrolífera e imperialista, y quinto, el pueblo canario con su actitud ovejil de costumbre sin saber a dónde lo quieren llevar.
Este tema ya lo toqué recientemente refiriéndome a la responsabilidad contraída por los responsables directos del mismo; estoy a la espera de que esta solicitud que estoy haciendo de luz absoluta tenga respuesta, y no vacilaré en volverlo a tocar mientras el silencio que existe de las partes responsables continúe, pues yo como canario y defensor
de las cosas de mi tierra, no tendré dudas en redundar en la petición de claridad recordándole a esos cabecillas que no sólo es responsabilidad moral de cada uno de ellos, pues les recuerdo que con el Archipiélago Canario no se juega, y hay un dictado íntimo que les dice que la moral es una cualidad de la condición humana con respecto al bien o al mal que se realiza. Incluso el pueblo canario con su pasividad, se supedita a esta definición de la ética que lo lleva a un vergonzoso silencio. No dejo de comprender que a las otras cuatro partes antes citadas les importe poco esta inmoralidad, pues ya sabemos hasta qué punto se pierde la vergüenza ante el sonido del dinero.
Quedo a la espera de la aclaración que solicito, y de no recibirla, no se extrañen que vuelva a insistir sobre el tema, para mí sin caducidad hasta que no se dé a conocer el grado al que llega la desvergüenza de los que pretenden dañar a la Patria Canaria.