TRANSISTOR DEL FACEBOOK: Del término fábula he deducido dos, fabulador y fabuloso, que aunque parecen sinónimos, no lo son, teniendo además un sentido totalmente contradictorio, lo que permite considerar estos dos epítetos antónimos entre sí.
La revista Tiempo, nº 1583, trae un trabajo titulado “Antonio Cubillo, la audacia de la fabulación”, firmado por un tal Luis Reyes, que justifica mi referencia a la fábula y sus consecuentes y citados epítetos. Refiriéndose a Cubillo dice: “Presumía ser un erudito de la cultura y la lengua guanches, la base de su nacionalismo, pero aparte de darme alguna charla sobre ese misterioso pueblo desaparecido, que su amenidad hacía interesante, en cuanto nos tomábamos unos vinos del país en las tabernas que existían en Argel antes de la marea islamita, salía en él un español castizo, con las nostalgias por España que he encontrado en todos los expatriados”. No cabe duda de que definiendo al patriota canario como un acendrado españolista no le hubiera gustado nada a éste de que se le aplicase ese patrimonio, y es una pena que el tal Luis Reyes haya esperado al fallecimiento de Cubillo para convertir a un fabuloso canario en boca de un fabulador, que, para fabular su historia haya sido tan cobarde que se atreva a hacerla fallecido el personaje. ¡Menudo amigo! Su fabulación la considera consecuencia de la audacia de los protagonistas de los defensores de su patria, y así compara a Cubillo, entre otros personajes, con Fidel Castro, silenciando intencionadamente, como en todo su trabajo cuando ha tratado de evitar comparaciones que le hubiesen resultado odiosas para su inconveniencia.
Este personaje, para mí un cobarde personajillo, hace relación de una conversación que tuvo con el jefe del Movimiento de la III Tercera República Española, el cual le advirtió de Cubillo: “Ten cuidado, es encantador, pero es un mitómano”, con lo que quiso acusarle de todo lo que encierra la palabra mitomanía: término aplicado por los psiquiatras para nombrar el comportamiento de los mentirosos compulsivos o habituales. ¡Lo que faltaba, convertir a un acendrado independentista como necesitado de terapia siquiátrica!
El trabajo del cual hago crítica rezuma en el pensamiento del autor una hiel anticomunista que disfraza con la cita del comunismo sus verdaderos sentimientos sobre Carlos Marx, pues teme reconocer la visión de éste generador de una sociedad justa, la existencia de dos fuerzas antagónicas obligadas a entenderse, fuerza del trabajo y fuerza del capital, que siempre ésta ha eludido el más elemental entendimiento, pues sabe el capitalismo a ciencia cierta que lo que yo he considerado siempre como bicicleta del capital, cualquier concesión que hiciera el capitalismo opresor de lo que le sobra, la referida bicicleta se pararía y daría lugar al pensamiento de los ricos de que su mundo se acababa.
El reportaje que nos ocupa viene acompañado de una fotografía en la que figura el tal Luis Reyes con Antonio Cubillo, como queriendo acreditar su amistad con el independentista canario, pero se cuida de darle verdadero nombre a ciertos hechos, por ejemplo, al atentado que sufrió lo menciona ocasionado por dos sicarios, al parecer de los servicios paralelos policiales, eludiendo de esta manera lo que se ha reconocido como crimen de Estado. Sus comparaciones son extenuantes contra todo lo que sea la lucha de un canario por la independencia de su patria. Su españolismo visceral hace que todo lo que se refiera a la existencia de la Patria canaria sea una falsa de Cubillo y de todos los canarios que tengan sentimiento de patria. Dice que duda de que Cubillo tuviera más de dos seguidores y demuestra con ello que es un atrevido y cobarde, por aprovecharse del fallecimiento del patriota canario para convertirse en un fabulador intentando lo que verdaderamente era el canario que nos ocupa, un personaje fabuloso.