Acogiéndome al Derecho de Réplica, recogido en la Ley Orgánica 2/1984, me veo obligado a contestar y matizar el escrito firmado por el Sr. Bruno Perera, titulado: "Lanzarote ni Canarias deben rendir homenaje a Lancelotto Malocello”, publicado por este periódico digital, en mayo de 2022. Aclaro que no tengo el gusto de conocer, personalmente, al autor de el intensivo escrito que, en líneas generales, expone datos inexactos y falsos y su divulgación me ha causado un agravio a mi persona y a la figura histórica, el explorador genovés, Lanzarotto Malocello, ilustre navegante que, en las primeras décadas del siglo XIV, llegó a Lanzarote y Canarias, permaneciendo unos 20 años, con actitud pacífica.
Desconozco si el Sr. Bruno Perera es historiador, académico o periodista, lo digo porque su contundencia en pregonar que no se debe rendir homenaje público a Lanzarotto Malocello, sin aportar datos y argumentos históricos. Solo expone fragmentos de la historia de las islas, de épocas muy antiguas, que nada tiene que ver con Lanzarotto Malocello, protagonista de uno de los acontecimientos más importantes en el campo de la geografía y que significó la apertura de la ruta hacia los nuevos confines de la navegación marítima.
El Sr. Bruno confunde la realidad histórica a partir del siglo XIV y su desinformación es innegable porque no establece puntos de referencia entre hechos históricos de cada época, por lo que considero que su escrito es confuso y contradictorio, además del agotamiento para cualquier lector, interesado en cuestiones históricas y geográficas.
En primer lugar, debo precisar que nunca, en el pasado, he pedido al Cabildo de Lanzarote que rindiera homenaje a Lanzarotto Malocello: He solicitado a las Instituciones de Lanzarote que celebren el VII Centenario del redescubrimiento de Lanzarote y Canarias por Lanzarotto Malocello, que es bastante diferente a lo que expone el Sr. Bruno.
En respuesta a las confusas imprecisiones escritas por el Sr. Bruno Perera, sobre la conocida historia de Canarias, me veo obligado a mis afirmaciones en otras publicaciones y artículos de la historia medieval, compartiendo la opinión de ilustres eruditos y profesores, en su mayoría italianos y españoles-canarios, (A.Cioranescu, A.Rumeu Armas, Antonio Tejera Gaspar, E.Aznar Vallejo, Agustín de La Hoz, etc.) reitero que las Islas Afortunadas, o las islas que actualmente componen el Archipiélago Canario, han representado, desde la época clásica, un lugar muy sugerente, donde se concentran mitos, leyendas, hipótesis literarias… Es precisamente la literatura que nos da un testimonio válido donde los más grandes escritores griegos y romanos, comenzando por Homero, Hesíodo, Píndaro, Salustio y Plinio el Viejo, desde la Época Antigua (siglo VIII a. C.), en sus estupendas e inmortales obras citan, invocar y describir las Islas Afortunadas en una especie de veneración.
El redescubrimiento de Canarias, que muy probablemente se produjo en el año 1312 por el navegante Lanzarotto Malocello, marcó el inicio de la época de los grandes descubrimientos y, por tanto, a mi juicio, la fecha convencional del inicio de la Edad Moderna, fijada en 1492, debe remontarse a 1312, precisamente al acontecimiento del redescubrimiento del archipiélago canario, hasta entonces aislado del mundo civilizado.
El Océano Atlántico era una barrera infranqueable debido a las creencias mitológicas de la época y los barcos no se aventuraban a lo desconocido por temor a encontrarse con serios peligros. Por tanto, el conocimiento que el mundo medieval tenía de Canarias se perdió en el olvido.
El primer contacto, por tanto, o, mejor dicho, el redescubrimiento del Archipiélago Canario se produjo al inicio de la Edad Media, mientras el período prerrenacentista transitaba por la transición al Renacimiento. Los primeros viajes a Canarias se produjeron a finales del siglo XIII, o probablemente incluso antes, y se hicieron cada vez más frecuentes en el siglo XIV.
Se trataba de viajes, en su mayoría con fines comerciales, partiendo de la zona del mar Mediterráneo, que captaron los navegantes genoveses, seguidos de catalanes y mallorquines y, posteriormente, portugueses y castellanos.
Así fue como los hermanos Vivaldi, desde Génova, organizaron el primer viaje de la época en busca de nuevas rutas para llegar a las Indias.
Pero, como decíamos, fue otro italiano, también de origen genovés, de nombre Lanzarotto Malocello, (Lancelot Maloisel, en francés), el que llegó a Lanzarote, la más septentrional de las Islas Canarias. Malocello dio su nombre a esta isla, extendió la bandera de Génova en el suelo como señal de "Jus de primer descubrimiento" y en 1339 este territorio apareció en el mapa nautico, diseñado por el cartógrafo mallorquín, Angelino Dulcert .
Tal vez, como gesto de agradecimiento a la madre patria, Malocello enarboló la bandera genovesa en suelo canario, por lo que entendemos la metáfora de estar en su tierra natal, estando en mar abierto: el significado de "descubrimiento" y no de "dominio". ".
El hito del redescubrimiento de Lanzarote y Canarias por Lanzarotto Malocello es considerado por algunos historiadores como un hecho excepcionalmente relevante dentro de la historiografía de los descubrimientos geográficos europeos, comparable según algunos autores a la llegada de Vasco de Gama a la India o Marco Polo a Asia.
Posteriormente, se emprenden otros viajes más allá de las Columnas de Hércules para ir a Canarias, tanto por otros italianos como por españoles y portugueses, hasta la Conquista armada del Archipiélago y su posterior colonización. Canarias, por tanto, a mediados del siglo XIV, gracias a Lanzarotto Malocello, ya eran muy conocidas.
En los últimos años se han profundizado los estudios sobre el tema y se han recogido nuevos elementos, que revelan que Malocello, pocos años después de su descubrimiento, precisamente en los años 1329 y 1330, seguía vivo y presente en Baleares y en Génova. , según documentación fehaciente. Aquí también quiero resaltar que múltiples contenidos del Sr. Bruno Perera son de gran confusión, maliciosos y, completamente, sin fundamento y, sobre todo, carente de valor histórico, estando destinado únicamente a denigrar la figura de un pacífico navegante que tuvo la suerte de ser el primero en encontrar las Islas Canarias, tras siglos de olvido y de vivir muchos años en paz, en la isla que lleva su nombre.
¿Por qué en Lanzarote, en algunos municipios, existen calles y plazas dedicadas a conquistadores (como Jean de Bethencourt) que fueron los responsables del comercio de esclavos y matanza de muchos pobladores guanches, durante los años 1402 a 1496? ¿Qué dice el señor Perera al respecto? ¿Por qué se desquita con un personaje histórico que arribó a la isla, viviendo en paz por un amplio periodo de años y lo confunde con los posteriores conquistadores normandos y de otras nacionalidades, sedientos de sangre que él mismo menciona? Aquí dejo la reflexión para concluir y desmontar los confusos argumentos publicados por el replicado autor.