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Agustín Ortega Cabrera

Pensamiento social y capitalismo: la renovación ético-política ocultada

Profesor de Psicología, Antropología, Filosofía y Teología.

Agustín Ortega Cabrera | 22 de enero de 2015

ASSOPRESS

De nuevo han saltado a los medios de comunicación las críticas de los defensores del neo-liberalismo, del capitalismo contra el Papa Francisco.  Es buena señal,  ya que parece que se está revelando, cada vez con más vigor,la crítica y deslegitimación moral del pensamiento social inspirado por la fe hacia el capitalismo. Por fin está apareciendo a la luz pública, con más intensidad, lo que se ha intentado desconocer, ocultar y manipular en largo tiempo. Esto es, que el capitalismo es incompatible con la antropología y ética que se entraña en el Evangelio de Jesús y que nos trasmite la moral-doctrina social de la iglesia (DSI); al igual que, cosa ya más sabida, la DSI rechaza el comunismo colectivista o colectivismo (leninismo-stalisnismo).

Como se observa, la DSI es contraria a la misma esencia del capitalismo, ya que rechaza la deformación que hace de lo que es la verdadera libertad, con su individualismo, relativismo y hedonismo. Frente a ello, la DSI nos muestra cómo la libertad real y auténtica es la entrega en el amor, el servicio y la responsabilidad ética por el bien común, la vida-dignidad y justicia liberadora con los pobres de la tierra. Para la antropología y ética del pensamiento social, inspirado en la fe, la persona tiene una centralidad y dignidad sagrada e inviolable. En contra del capitalismo que, como su misma etimología indica, antepone el capital, el beneficio y los medios de producción o propiedad a esta vida, dignidad y derechos inalienables de los seres humanos.Efectivamente, la propuesta de individuo-individualismo egolátrico y posesivo, competitivo e insolidario del liberalismo económico, que es la raíz antropológica del capitalismo, es lo más opuesto a la visión cristiana de la persona. Un ser humano que se funda en el Don del Otro y de los otros, de Dios, de la familia y de la comunidad (eclesial y social). Con el regalo del amor y la vida que se nos ofrece gratuitamente (Gracia). La persona en la perspectiva de la antropología y espiritualidad cristina es, por tanto, un ser inter-relacional y comunitario, social y ético-político llamado a entregarse en el servicio y amor fraterno; en el compromiso por el bien común, la paz y la justicia liberadora con los pobres, frente al interés egocéntrico, individualista, atomizado y violento del liberalismo/capitalismo.

Y es que la DSI tiene un principio nuclear que se opone al mismo espíritu del capitalismo, como es que el destino universal y común de los bienes tiene siempre la prioridad sobre la propiedad (privada o estatal). La propiedad u otro medio de producción solo son aceptables, moralmente, si cumplen esta socialización y justa distribución de los bienes. En este sentido, otra clave muy importante de la DSI, que niega la misma esencia del capitalismo, es que la dignidad y derechos del trabajador, como es un salario justo para él y su familia, están por encima del capital, del lucro y la ganancia. Para terminar, como vemos, la DSI con su antropología y ética es todo un tesoro. Un faro que alumbra una sociedad-mundo más fraterno, pacifico, justo con los pobres y ecológico, en el bien común y en la civilización del amor. En contra del capitalismo, del colectivismo o cualquier otro mal e injusticia, sin ideologizaciones o partidismos confesionalistas que instrumentalicen la fe al servicio del poder.

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