Semillas contaminadas: las nuevas minas antipersonas del “agroterrorismo”.
Sin olvidar que el propósito principal de las criminales minas antipersonas no es matar al adversario, pues trata de crear mutilaciones y debilitar los servicios de asistencia y aumentar los gastos en atenciones.
Las “semillas contaminadas” van en el escalafón similar y escalofriante. Pues con ellas no se mata directamente, pero acaban con la producción agrícola y sus campos, provocando el mismo objetivo de asistencia y aumento de gastos, mediante la hambruna, descubriendo que puede ser caldo de cultivo para sembrar el rechazo a su propio gobierno de la población. Cómo bien se ha cultivado desde las terroríficas facciones de los grandes lagos en África, o el caso de Angola… o las recientes organizaciones de signo fundamentalista/religioso, que siguen incrementando su poder al amparo de los intereses de distintas potencias.
A partir de la “convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonales y sobre su destrucción”; conocido como el tratado de Ottawa, firmado en diciembre de 1997; y a pesar de muchas reminiscencias, se han ido ratificando unos 156 países. No así al menos una treintena de Estados no forman parte de esta convención ni han firmado, ni ratificado. Fundamentalmente productores y utilizadores de estas criminales armas de guerra y de post/guerra; que no discriminan, siguen activas para toda la población provocando muertes y mutilaciones muchos años después de concluido el conflicto bélico como tal.
Pues bien, estas nuevas formas de guerra, de las que tanto vemos a diario, las llamadas guerras asincrónicas, híbridas o las guerras no convencionales, utilizan ahora estas nuevas y no tan nuevas armas, variante qué a los efectos, juega el papel de las tendentes a desaparecer minas antipersonas. Pues siendo los objetivos similares, los efectos posteriores no se quedan atrás, pues la contaminación de estás, paralizará las producciones agrícolas a tiempo posterior de concluido el conflicto. Es más, al ser organismos biológicos (gérmenes / patógenos) es imprevisible las mutaciones, readaptaciones y lo que pueda ocurrir al respecto. Y aunque se podría englobar en las guerras biológicas, es un sofisticado mecanismo de agroterrorismo que, si bien no son gases, ni virus; si son “minas” tan terribles o más que las convencionales. Es más, si bien las minas antipersonas dejan extensiones de territorio excluido, los patógenos de las semillas pueden y de hecho es uno de sus fines, hacer las tierras de siembra incultivables, al dejar de ser tierra fértil por sus efectos en proporciones muy elevadas.
La guerra en Siria está siendo desde hace algunos años un laboratorio de terror en este aspecto. Ya el propio conflicto ha ido generando desabastecimiento, hasta el punto de tener que recurrir a los bancos internacionales de semillas para tratar de sobrevivir. Pero claro, el conflicto es muy arraigado, y fuentes técnicas han detectado que semillas distribuidas a los agricultores por partes de las fuerzas de ocupación de los EEUU de Norteamérica, están contaminadas y utilizadas para acabar con la producción de alimentos. Pues no sólo dañan los campos agrícolas donde se cultivan tales semillas, sino que transfieren la plaga de una tierra a otra.
Se utiliza la radiación y los genes químicamente alterados para mutar semillas y plantas e introducir mayor variabilidad genética. Esta mutagénesis la emplean con el fin de desarrollar cultivos destinados a mercados que rechazan la ingeniería genética. “La que crea limones o uvas sin pepitas”. LA PEPITA/SEMILLA SE PRIVATIZA. La luz ultravioleta, rayos X y procesos químicos son mucho más baratos y “menos dudas” que la ingeniería genética. De estos entramados, se nutre igualmente la industria armamentística.
Y en declaraciones explícitas de la FAO se recoge toda la tradición de los asentamientos humanos:
“Las semillas son la base principal para el sustento humano. Son las depositarias del potencial genético de las especies agrícolas y sus variedades resultantes de la mejora continua y la selección a través del tiempo”.
La seguridad alimentaria depende de la seguridad de las semillas de las comunidades agrícolas.
Por tanto, avanzar a la SOBERANÍA ALIMENTARIA, es uno de nuestros tres ejes fundamentales, a la par que la SOBERANÍA ENERGÉTICA, no podemos perder el objetivo en base a estas especificidades. Lograr la SOBERANÍA POLÍTICA, y a la par con todo el género humano, con su variantes y diferencias, PROPONEMOS Y LUCHAMOS para acabar con la utilización de las semillas contaminadas, como bombas de muerte, de unas consecuencias imprevisibles en el medio y largo plazo.
En paralelo, a los tres ejes, alcanzar cuotas de avance en todos los frentes y en las cuotas más avanzadas de lo social: “de un semillero de esclavos, no brota la libertad”
En un barranco de las Canarias, a primeros de diciembre de 2021
Y por un “si acaso”: Qué les pasa a las papas de canarias? con tantos bichitos. ¿las que vienen “de la gran Bretaña”? ¿son allí cultivadas?: o envasadas y exportadas... llama la atención tanta papa sajona para el resto de mundo. Eso creo merece una rigurosa trazabilidad.
Ramón Francisco González Hernández – Corriente GANA y PORTAVOZ de LOS VERDES DE CANARIAS.