Obligada réplica al Sr. Ramírez
Nos desayunábamos este sábado, en la prensa local, con unas declaraciones del portavoz de Nueva Canarias y consejero del Cabildo de Gran Canaria, Carmelo Ramírez. Y a pesar de que nos produce cierta abulia entrar en polémica pública porque no es el ambiente natural de nuestra actividad profesional, nos vemos obligados a ello a propósito de las inexactitudes y medias verdades que vierte Ramírez y que entendemos ofenden a nuestra dignidad como personas y como profesionales. Fuimos también informados de los comentarios, en parecido tono, del presidente Morales en el último pleno sobre el mismo asunto.
En primer lugar hemos de decir que en un reciente artículo donde asegurábamos que el motivo real de la suspensión de un concierto de Año Nuevo - que ideamos y llevábamos realizando desde hace cinco años en el Mirador de las Dunas de Maspalomas - tenía directamente que ver con nuestra conocida posición pública contra la mega central de Chira Soria, no nombrábamos en ningún momento al Cabildo de Gran Canaria.
Ramírez pretende situarlo en el centro del asunto a propósito de los supuestos tratos de favor en las contrataciones que, según él, hemos recibido de la Corporación insular. De tal manera que, según este absurdo criterio, nuestro derecho a militar en una plataforma ciudadana en defensa de un paraje natural excepcional en nuestra isla, no es compatible con tener relaciones profesionales con la institución insular, sobre todo si ellos la gobiernan. Nuestro derecho constitucional a la libre expresión queda, pues, anulado por lo que él y su presidente catalogan como “privilegios”. En breve iremos a eso.
Pero volviendo al hilo argumental que puede interesar a los lectores, nos consta – como ya dijimos, no solo por la ingenuidad inicial de Elena Espino, concejala de cultura del Ayuntamiento de San Bartolomé, que lo confesó a nuestro entorno en su momento- que personas de la dirigencia insular de Nueva Canarias estuvieron en la intención de suspender nuestra presencia en ese concierto. Obviamente no juzgamos a todo ese partido, donde a buen seguro son numerosos los simpatizantes, militantes de base y cargos públicos entregados a su labor con dedicación y honestidad en aras de hacer progresar a Canarias desde sus posiciones ideológicas. (¿Pecamos de optimistas si pensamos que también pueden haber fans nuestros entre ellos…?)
Sin ser politólogos ni pretenderlo, pero teniendo la experiencia de un camino muy largo relacionándonos con lo público, entendemos desde hace mucho que la sociedad canaria desearía siempre a una derecha liberal y centrada, preferiría a una socialdemocracia de fuerte acento federalista y entendería mejor a fuerzas nacionalistas que no paren en habituales tics de sectarismo. Sin ese esfuerzo, a nuestro modesto parecer, una organización política jamás tendrá posibilidades de ser mayoría en esta tierra y liderar moralmente a esta sociedad. Y ese, quizás, sea el gran drama con el que convive cierta dirigencia de Nueva Canarias.
A nuestro entender, se trataba de impedir -por temor a que expresáramos nuestra opinión sobre el proyecto industrial de Chira Soria- que tuviéramos un escenario donde exponer nuestro criterio. No está en el guión de todos nuestros conciertos ese tema: no somos propagandistas pagados de una idea; sin embargo, como ciudadanos que nos preocupa lo que está pasando con Canarias y su territorio, nos expresamos cuando sentimos esa necesidad. El nuestro es un criterio, por otro lado, que tiene el mismo valor -ni mayor, ni menor- que el de cualquier otro ciudadano. Muy alejado, por cierto, de las facilidades que ofrece gastarse cuatro millones de euros públicos desde la Presidencia del Cabildo para acallar disidencias sobre Chira Soria.
Y parece que ese temor arrambló con cinco años de logros en un evento de notable proyección social y turística en nuestra isla. Eso se llama, simplemente, censura. En un burdo y feo intento por descalificarnos, Ramírez tira de los servicios administrativos del Cabildo y pide las facturas que nos vinculan para demostrar no sabemos qué. Él si sabe que en los ayuntamientos donde gobierna Nueva Canarias o sus coaligados en mayoría absoluta no hemos actuado en tres décadas, ni siquiera en régimen de taquilla. Afortunadamente, no nos ha hecho falta para vivir decentemente de nuestro trabajo y expandirlo por el mundo representando a Canarias.
En su interesado relato olvida, a conciencia, que durante los años 2015 al 2018, ostentando Nueva Canarias la presidencia y la Consejería de Cultura de la institución, Olga Cerpa y Mestisay nunca fueron contratados. Cero. Veníamos, además, de una legislatura anterior en la que tampoco se nos contrató ninguna actividad ni producción. Ocho años de cero. Se entenderá que raro es, sin necesidad de poner nuestra biografía profesional sobre la mesa.
En el año 2019 asume la vicepresidencia primera y varias consejerías, entre ellas la de Cultura, el Psoe. Se nos preguntó a Olga y a mí porqué no se nos contrataba a pesar de lo relevante de nuestra producción artística y se ofrecieron a normalizar nuestra relación con la institución. Se propusieron cambiar la situación, con cierta preocupación por nuestra parte, la verdad: no queríamos perjudicarlos con tensiones en el pacto de gobierno porque sabíamos cómo funciona la cultura de la cancelación.
Respondiendo a este propósito, en el año 2020, y porque sospechábamos de la falta de planes al respecto, les propusimos hacer algunas pequeñas acciones en torno al Centenario de Pedro Lezcano, tan ligados nosotros a él y a su familia. Pero les dejamos claro que preferíamos no hacer nada si desde Presidencia -suponíamos que era obligada una celebración de cierto empaque a propósito del papel del poeta como líder de la institución insular y como miembro en el pasado del partido que gobernaba la institución-, se tenía planificado algo. No queríamos tampoco crear tensión en este tema y que saliese perjudicada la que considerábamos necesaria celebración.
Extrañamente (¿o no?) nada había preparado, así que activamos el On. La consejería de Cultura consignó en sus presupuestos 42.000 euros (igig incluido); con eso hicimos un pequeño concierto junto a la casa del poeta en Santa Brígida colaborando con ese ayuntamiento, un modesto documental utilizando archivos históricos junto a la grabación de canciones nuestras relacionadas con la vida de farándula que tuvimos de jóvenes con Lezcano y, además, una serie de entrevistas testimoniales a amigos y familia que se colgaron en las redes. En Presidencia del Cabildo, en cuanto publicitamos nuestros actos, hicieron tres cosas de poca ambición, deprisa y corriendo (pobre Pedro, arrinconado entre La Maleta y su decepción final de la clase política y, especialmente, de los que fueron sus compañeros de camino…).
Ese mismo año estrenamos César el Musical, en régimen de coproducción con el Ayuntamiento de Las Palmas, la Fundación César Manrique y nuestros amigos de Clapso. Permítasenos decir que fue un éxito en toda regla. Sin embargo, cinco años de trabajo de producción y una extensa gira prevista se fueron al traste cuando apareció la pandemia. La Fundación del Cuyás y el equipo de Guacimara Medina en Cultura tuvieron el acierto de reubicar a varias compañías y grupos musicales isleños en una programación, reducida de público por la normativa sanitaria, que permitió que mucha gente de nuestra profesión tuviera un respiro económico. Clapso y nosotros movíamos a casi cien personas en lo de César, de los que más de la mitad eran profesionales que se habían quedado sin trabajo. El Cuyás nos acogió y pagó a la producción 70.620 euros (igig incluido) por cuatro funciones quedándose, obviamente, con la taquilla. ¿Suena raro esto?
En Octubre del 2021, como única colaboración con el Cabildo en ese año, se nos contrata en Noviembre cuatro conciertos, en pueblos de la isla, para difundir el Camino entre volcanes; a 10.000 euros cada uno, incluyendo a relevantes artistas invitados venidos desde Galicia, publicidad y producción. Un mes después, en enero del 22, San Bartolomé se descuelga con la falsa excusa de la falta de presupuesto para la cita del Mirador de las Dunas. Pedimos entonces cita con el vicepresidente cabildicio Miguel Ángel Pérez (Psoe), un hombre resolutivo y muy capaz, y este se compromete a ayudar para que se celebre el concierto porque entiende de su importancia para la zona turística, y porque no se explica el evidente veto que se vislumbra detrás.
Respecto a las alusiones a nuestras contrataciones con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, debemos aclarar que nosotros, como prácticamente casi todos los artistas de la ciudad, y de la Isla - y aún de otras islas- hemos tenido la suerte de contar con una actuación impagable en la concejalía de Cultura; especialmente en mitad de una pandemia que dejó en precario nuestra actividad, como a muchos compañeros y compañeras. Encarna Galván apostó, desde el primer momento y con una decisión encomiable, por abrir espacios y programaciones para que muchos tuviéramos cabida, sorteando las dificultades de la normativa sanitaria. Lo saben quiénes están detrás de las decenas de propuestas que han sido contratadas, una y otra vez en muchas ocasiones, con el ayuntamiento en estos últimos ocho años. Vuelve, pues, el Sr. Ramírez a faltar a la verdad, distorsionándola a su gusto.
Por otro lado, sorprende que, como ejemplo del “magnífico trato” que nos ha brindado siempre su partido, Ramírez trae a su interesada colación la participación de Olga en la última campaña de la concejalía de Igualdad, que ejerce su partido en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Obviamente, no comenta en sus declaraciones que Olga participó de manera gratuita en la mencionada campaña; y que lo hizo de mil amores, porque compartía plenamente los valores de la misma. ¿Se puede entender que ni Olga, ni el resto de Mestisay, tienen absolutamente nada en contra de la inmensa mayoría de integrantes de Nueva Canarias? ¿Y que esto puede ser compatible con el no al disparate de Chira Soria?
La última acusación del Sr. Ramírez –“Mestisay es el grupo que más cobra del Cabildo”, potenciando una leyenda urbana que ha interesado sembrar a unos cuantos durante años- no sabemos si obedece a que no está atento a lo que se aprueba en los plenos. Afortunadamente, existe ya un portal de transparencia en la web institucional que desmonta esa mentira: según ese registro oficial, sólo de 2018 a 2021 se asignan cantidades anuales dirigidas a un grupo - muy popular en la isla y con sobrados méritos, sin duda - que hasta el momento han recibido del Cabildo 737.000 euros (pendiente el dato del 2022) en subvenciones desde diversos departamentos. Además, es pública la cesión de un singular edificio del patrimonio insular para este colectivo en pleno centro histórico de Vegueta y ya se ha anunciado una reforma de ese inmueble, a sufragar por el propio Cabildo, que ascenderá a más de 400.000 euros. Se les contrata, además, diversas actuaciones - amén de esas subvenciones- en parte de esos años. No entramos a juzgar el carácter de esas ayudas, pero mientras tanto que el Sr. Ramírez nos quite el título de “los más”, por favor...
No acaba aquí la cosa, aunque es realmente incómodo que se nos obligue a entrar en esto para defendernos de tanta bajeza, impropia de un cargo público. Proponemos que la preocupación del portavoz de NC en la Corporación Insular se pueda extender a otros gastos sobre acciones culturales, especialmente a los que se asignan desde Presidencia. Por ello le sugerimos que revise, desde el 2015, las numerosas asignaciones -subvenciones, contratos, etc.- a un empresario y director de teatro con el que seguramente nos confunde Ramírez cuando afirma que somos dueños de tres productoras (nosotros solo tenemos una y, en verdad, es una tienda de aceite y vinagre con obligado cif). Y estos son solo dos ejemplos…
Dicho lo cual, terminamos manifestando que no es nuestra intención estar en una guerra de declaraciones con una parte de Nueva Canarias, ni con el Cabildo de nuestra isla, - con quien seguiremos trabajando, por derecho, mientras haya consejeros - sean o no socialistas (en la hemeroteca se registran nuestras aceradas críticas a la equivocada política cultural de uno de sus alcaldes capitalinos del pasado) que no se plieguen al designio de ningún interés de censura por lo que pensamos -, ni con nadie. Somos músicos, es a lo que queremos dedicar nuestro esfuerzo y nuestras preocupaciones cotidianas. Pero también somos ciudadanos modestamente libres, preocupados por nuestras islas y su futuro. Libres de pensamiento y de palabra. Y a eso no renunciaremos nunca.
Olga Cerpa, Antonio Montesdeoca y Manuel González (Mestisay)