El tabaibal se vacía
Los de más lindo entendimiento, según Le Canarien (1402): “... irán al mundo entero, y no encontrarán a gente de más...”, y así es al presente. El Tabaibal, tiene miles de universitarios que cotizan en distintos mercados fuera de las islas (para nuestra desgracia, y fortuna o suerte para ellos). Y es que aparte de la formación, el secreto está en los genes.
Una crisis tal, que hace que nuestros jóvenes cerebros, tengan que emigrar, y salir de su tierra e idioma, para dar lo mejor de sí a otros que ni los ha preparado, ni son suyos. El mundo nos manda comida, y nosotros repartimos cerebros. Salimos perdiendo con creces, porque pudiéramos prescindir de sus comidas y quedarnos con nuestros jóvenes preparados.
Y no es que tengamos la mejor universidad; sí, tenemos la que enseña mejor a coger olas (surf), y la de las mejores noches y fiestas. Aquí, nada puede hacer, porque no hay empresas para ellos, ni las pueden crear. Y no porque no tengan ideas, es que el problema está en que se les cierran todas las puertas. Se tienen que ir, se han de marchar.
Ya no exportamos tomates y otras hortalizas; ahora exportamos cerebros. No desarrollan nuestro campo; buscan otros campos. Solo producimos parados. Vivimos para un carnaval y el fútbol, sin más. Nos hacemos la guerra unos a otros (mi enemigo, es mi hermano). Los medios de comunicación (comprados), nos idiotizan. Vivimos sin economía alguna. Tenemos jóvenes innovadores y creadores, pero se les cierran las puertas, se les abre la salida. Han de saltar fronteras (¡qué pena!).
Nuestros talentos se globalizan, los utilizan otros. Cada día se cierra una empresa (¡unas cuantas!). Lo nuestro es dependencia, y a cambio regalamos nuestros mejores jóvenes bien preparados. Salimos perdiendo. Nos vaciamos (se nos quedan los torpes, los problemáticos, los...). Se van o huyen (que es lo mismo). Cada vez somos menos, y quedan menos tabaiberos. Somos muy acogedores (nos han mentalizado a ello: cosmopolitas de siempre –nos dicen-). Unos entran; otros, salen. Se trata muy bien al inmigrante; no tanto al del lugar (endofobia).
Se nos van ingenieros, científicos, arquitectos, médicos, abogados, periodistas... Se nos van los mejores. Nos quedamos sin profesionales, sin la vanguardia...
El Padre Báez.