Derecho a matar

Sorprende que sacerdotes los dos (él, y un servidor), los dos de la misma escuela (la jesuítica [él exmiembro de la Compañía de Jesús, y un servidor licenciado en Teología por la Universidad de Comillas, de los jesuitas –y mi tesina sobre los jesuitas del siglo XVI en el Perú-]), tengamos visión tan contraria.

 

(comentario a “Lo derechos del no nacido” de Jaime Llinares Llabrés, enArena fina, página 20 de LA PROVINCIA, el 7 de septiembre, víspera de la Virgen de Teror).

 

Sorprende que sacerdotes los dos (él, y un servidor), los dos de la misma escuela (la jesuítica [él exmiembro de la Compañía de Jesús, y un servidor licenciado en Teología por la Universidad de Comillas, de los jesuitas –y mi tesina sobre los jesuitas del siglo XVI en el Perú-]), tengamos visión tan contraria. Y como ya es costumbre, cada vez que mi hermano se extralimita -desde mi humilde opinión-, salgo a aclarar lo que creo deja un tanto enturbiado, o al menos presento otra opinión bien diferente.

 

Presenta Don Jaime, el doble derecho: el de la mujer a engendrar-parir y abortar, y el del embrión-feto. Dice que la filosofía laica y la moral teológica  (no dice católica) de carácter religioso, responden a la cuestión.

Habida cuenta hay éticas o moral distintas, se ha de atender a ambas, dice.

 

Añade que es distinto ver el asunto desde una norma impersonal , en la que el legislador impone el deber que se ha de obedecer (tipo mosaico, bíblico, eclesiástico, teológico, católico, etc.), y el otro planteamiento, en el que de forma personal, cada uno decide, respetando leyes, pero poniéndose por encima de ellas (“soy libre, y hago lo que me da la gana”).

 

Parte Don Jaime, del concepto de persona, para desde ahí descubrir los derechos del no nacido. Y se equivoca nuestro psicólogo, cuando recurre a una definición desfasada, que ha de actualizarse, ya que cuando se definió así a la persona, no se abortaba, y se sabía que la persona ya lo era desde el seno materno, y que no se era una piedra u otra cosa. Porque si el raciocinio en fase de desarrollo, no se tiene sino fuera del seno materno, ¿se puede matar a ese ser, sin más, porque ni piensa, ni decide?, ¿y cómo lo iba  a hacer algún día, si no le dan la oportunidad, y lo matan antes?  ¿Acaso no es independiente cada feto, por más que esté en el seno de su madre? Que si para ser persona, hace falta: independencia, libertad, inteligencia y racionalidad (los hay nacidos sin ellas), habría que negarla en el 90 % muy elevado de la humanidad, aunque nacidos y fuera de sus madres. Es decir, el no nacido –según Don Jaime- no es persona. Así que los no nacidos, no son personas, ni en proyecto, con todas las facultades en potencia a punto de aparecer, según vea la luz y sea educado y crezca. Deja entrever a la doctrina católica, cuando habla de personas dogmáticas, que consideran un asesinato el abortar, como si no lo fuera, y camino va de cargarse el quinto mandamiento –entre otros-. Dice Don Jaime, que asesinato es matar a una persona; matar a un feto –como no es persona, que dice él- no es matar. Entonces, ¿eso que es?, ¿no es interrumpir su vida?, ¿no pasamos todos por ese tránsito o camino? La verdad que duele oír y leer esto de un ex-clérigo ex-religioso, que no extrañaría si fuera de un ateo, laicista o enemigo de la Iglesia.

 

Nada importa llame a los dogmáticos (los de la verdad): simplones. Porque un proyecto de algo, no es eso acabado, sino otra cosa (?). Lamentable razonamiento de alguien que no lo era antes de nacer. ¡Qué pena! Y que parece pretende poner todo paras arriba, y descubrir que toda verdad es mentira, y cambiarlas por sus opiniones.

 

Y porque el feto depende de su madre, no tiene derechos, y por tanto se le puede matar, apoyándose en Dios de forma irreverente, que puede decidir la muerte. La madre –dice- puede matar a su hijo, porque su hijo todavía no tiene libertad, ni conocimiento, ni... ¡qué barbaridad (salvajismo)!

 

Según Don Jaime, cuando algo que es, si no está acabado, no es; y por tanto..., si a una casa que está sin terminar (por ejemplo le faltan puertas, enlucido o el techo), no es una casa. ¿Cuántas quedarían en pie en la capital, porque no están terminadas?, ¿dónde habitan sus moradores (¿en un proyecto de casa?)?

 

El feto, tiene derecho a vivir. El aborto es una pena de muerte. Es inhumano. Se ataca al más débil cobardemente, porque no se puede defender. El feto, tiene derecho a nacer. Con el aborto no se progresa (aparte del drama de por vida para la madre que ha matado a su hijo; no se lo va a quitar de encima mientras viva, ¡si lo sabrán los psiquiatras y psicólogos serios! La mujer, tiene derecho a ser madre. No se debe colaborar con el tremendo lobby pro-aborto, ¡menudo negocio (incluidos los psiquiatras y psicólogos, que nunca podrán borrar de sus pacientes ese horrendo crimen)!

 

Todo esto dicho, el día del Nacimiento o Natividad de la Santísima Virgen María, Madre, que –por lo cierto- no mató a su Hijo. Nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios.