Los trabajadores de los Centros de Arte, Cultura y Turismo tributan un sentido y cálido homenaje a César Manrique, desaparecido hace ya 23 años
Con Manrique siempre cerca.
Los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote y sus trabajadores siguen teniendo muy presente a su creador, César Manrique, desaparecido hace ya 23 años. Por eso, como es ya tradición, se dieron cita esta mañana en el cementerio de Haría, donde reposan sus restos mortales, para tributar un sentido y cálido homenaje a la figura del genio, en el que estuvieron acompañados por el presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, el alcalde de Haría, Marciano Acuña, y miembros de su grupo de gobierno, además de familiares, amigos y seguidores del artista.
Como es habitual, un grupo de alumnos del CEIP San Juan de Haría fue el encargado de abrir el acto recitando unos textos escritos por Manrique sobre los acordes de una guitarra que tocaba una de sus compañeras.
Entonces, tomó el testigo Carmensa De la Hoz. La amiga y colaboradora de César Manrique,“muy emocionada”, trazó una breve pero sentida semblanza sobre el artista y pidió mantener vivo el legado de alguien que “está permanentemente con nosotros porque no se ha ido. Mantenemos vivo ese espíritu combativo que nos sirve para defender y conservar su legado impecable, una palabra que le gustaba mucho usar a él”. De la Hoz destacó la faceta artística de Manrique, “reconocido internacionalmente como uno de los pioneros del land art y creador de un patrimonio único en el mundo que disfrutamos quienes vivimos en la isla”. En este punto, De la Hoz recordó el compromiso anunciado ayer por el artista grancanario Pepe Dámaso por el que donará todo su patrimono artístico al pueblo canario: “en ese legado hay más de 800 cartas de Manrique, miles de fotografías, películas y bocetos de obras con los que todos podremos disfrutar en la futura sede del Museo Dámaso en Lanzarote”.
El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, por su parte, apuntó que César Manrique “impregnó, nos impregnó a todos, porque me incluyo, de una especial sensibilidad hacia el entorno, el medio ambiente y el patrimonio que aún hoy mantenemos viva”.
Las emotivas Malagueñas a César Manrique, interpretadas por el grupo Coros y danzas de Arrecife, pusieron brillante punto y final al acto. Cantadas por primera vez en las fiestas de Candelaria, en Tenerife, en el año 1992, y felicitadas por el propio artista, las voces de las solistas estremecieron hoy al silencio en el cementerio norteño.
César Manrique, el genio inmortal
César Manrique (Arrecife, 24 de abril de 1919-Teguise, 25 de septiembre de 1992) consiguió cincelar sobre el entorno natural una obra en perfecta simbiosis y equilibrio con el escenario en el que trabajaba. Interpretó como nadie la belleza y el valor del espacio que le envolvía, y plasmó en él su genial imaginación. Su legado y prestigio traspasaron fronteras pero, sin duda, es en Lanzarote, la isla que le vio nacer, donde logró manifestar en mayor medida su amor por el paisaje, ese que otros consideraban desértico, árido e inhóspito pero que para él era sinónimo de belleza. Así, desde el respeto, la admiración y la gratitud hacia el entorno en el que había crecido, elaboró su trabajo.
Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fue Jameos del Agua, con la creación de un auditorio natural perfectamente integrado en una caprichosa formación volcánica. Su belleza, sus contrastes de luz y colores la convierten en un trabajo universalmente admirado. Esta obra puede resumir en gran medida lo que Manrique realizó durante toda su vida: composición de espacios en los que la aportación humana quedara armoniosamente integrada con el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores. El mirador del Río, su propia casa, en el Taro de Tahiche, el Monumento al Campesino y el Jardín de Cactus son otras de las obras más significativas del artista.
Pero Manrique también dejó un importante legado fuera de su isla natal. Destacan el espectacular mirador de La Peña, en El Hierro; el mirador de Palmarejo, en La Gomera; el Parque Marítimo de Puerto de la Cruz y Playa Jardín, en Tenerife; el Centro Comercial La Vaguada, en Madrid, y el amplio Parque Marítimo del Mediterráneo, en Ceuta. Son todas ellas creaciones de espacios públicos, trabajos de arquitectura y urbanismo verdaderamente singulares donde el entorno natural es el principal protagonista.
Para César Manrique, la naturaleza no fue sólo la referencia fundamental para su creación artística sino también para su vida. No creó en la naturaleza sino que creó con ella, y su relación con el entorno no fue simplemente estética sino de un verdadero y ejemplar compromiso con la defensa del medio ambiente.