No se trata de revancha alguna
PADRE BÁEZ
No se trata de revancha alguna, ¡ni mucho menos! Les puedo jurar a mis amigos, y como Dios que está en los Cielos, que la verdad más pura, y con esta me salvo, lo del presidente del cabildo con negarme el saludo, es tanta la que le está cayendo encima, que me da pena. No me alegro de ello, ¡Dios me libre! Y hasta si con la difusión de cuanto del hecho he hecho comentario, si con ello he molestado o dañado a su imagen, le pido perdón a Don Antonio Morales, pues no ha sido, ni es mi intención dañarlo, su persona, incluso físicamente me da lástima, lo veo -en las fotos (que dicho sea de paso fueron realizadas por el joven periodista fotógrafo Javier Ravelo, que estuvo muy oportuno y cercano a toda noticia como ya es característico en él, cosa que es de agradecer, que aquella misma noche me las remitió, y sin citar al autor ha dado la vuelta al mundo, al editarlas o publicarlas un servidor, pues que se sepa la autoría de las mismas)- el presidente, aparece delgado, y con cara de susto, y a un servidor dado al amor al prójimo como regla de mi vida y el culmen de la perfección, no me agrada verlo achicado, violento, disgustado, y la verdad -lo sabe Dios y mi conciencia-, me da pena y lástima, y hasta he pensado si peco con ello, y si pudiera borrar cuanto se ha dicho o escrito al respecto lo haría, y es tal mi situación, que si lo volviera a encontrar, para que no viera en ello una provocación, no repetiría el gesto y saludo cercano, sino tal vez, con una mirada, una sonrisa, y un movimiento de mano, y por qué no; hasta una inclinación de cabeza, dada su persona y cargo, pero eso sí seguiré recriminándole siga matando nuestras cabras, y siga llenando la isla de pinos, más pinos, y pinos sin parar. Por lo pronto, me perdone y se lo pido públicamente, si es que con cuanto comentario a tal fin he hecho -y posiblemente siga haciendo, o haga algunos más, pero con ánimo de cortar ya este tema, por darlo por más que suficientemente comentado-, pero que no va contra su persona, sino contra lo que hace o permite hacer, sin retirar esa orden de seguir matando cabras y seguir plantando pinos, ambas cosas reprochables y sin razón ni lógica alguna, salvo oscuros negocios al desaparecer todo terreno a pastoreo y a agricultura, con lo que ni ganadería, ni cultivo alguno, a pasar hambre, paro, y a depender de fuera en cuanto a comida y demás, en todo.
El Padre Báez, que en cuanto a difusión y comentarios ajenos y propios, no va con otro sentido sino en que se suman a un servidor, en cuanto a defensores de la tierra, de la ganadería y de la agricultura, justo lo que el cabildo está acabando, pues se multa a todo aquel que haga algo en cuanto a dichas materias se toque o haga, con lo cual todo el terreno se entrega a los pinos, desapareciendo la ganadería, pastoreo o cabras, y por ello las matan y lo planta todo de pinos, para que no quede tierra para una oveja o cabra, ni para un surco de papas o de coles, con lo que eso será la muerte de la isla, que teniendo la mejor tierra y clima del mundo solo se produce leche, pero no de cabras, ni de ningún otro animal, sino de tabaibas, y cuanto producimos es solo pinocha y de sobra es sabido que ésta no se come, ni alimenta a la tierra, sino que la envenena esterilizándola, y lo de que traen agua, es un cuento para tontos, pues desde que se comenzó a plantar pinos, hace sesenta años (60), no ha vuelto a “correr los barrancos”, cosa que sucedía todo el año, mientras no hubo pinos en la isla; los pinos alejaron el agua, y cada vez llueve menos y esto será con el tiempo -ya ha comenzado- a ser un puro desierto, pues qué bien lo sabía el abuelo del profesor Don Manuel Reina, el mismo que merece calles, monumentos, biografías, investigación, estudio, darlo a conocer, reconocimientos, etc., que decía: “¡si quieres mojarte el culo todo el año, planta nogales y castaños!”, pero se ignora y desprecia la sabiduría popular, y dan entrada a la de “técnicos”, “especialistas”, “ingenieros”, “gentes del miedoambiente”, etc., que son los que nos están desgraciando, arruinando, acabando con la tierra cultivable y de pastoreo, para entregarla a pinos y tabaibas. Pues, lo dicho: comeremos pinocha y beberemos leche de tabaibas, pues de cabras u otras frutas, nada de nada, a no ser que nos las traigan del mundo entero; y, ¡he ahí: el negocio del cabildo y la ruina del grancanario!