Mujeres, hombres y barbad@s
(crónica de una excursión: 16-7-12).
A las 8,00 de la mañana en punto, salían desde la parroquia de Ntra. Sra. de la Nieves, de Lomo Magullo (Telde), sendas guaguas de excursionistas, para hacer el siguiente recorrido:
Dejando atrás a Telde del alma, nos encaminábamos hacia Tenoya, pasando previo por su puente y desde donde pudimos apreciar trazados y proyectos arquitectónicos espectaculares de puentes y carreteras, con vacas en el fondo del barranco.
A las 9,00 ya nos encontrábamos en la ciudad de las flores, es decir, en Arucas, donde la primera parada, y visita a su iglesia que no “catedral”, y ni siquiera basílica, pero que a todos impresionó, su neo-gótico, cristaleras, y sobretodo el realismo de su Cristo Yacente.
Pasadas la 10,00 estábamos ya en la Villa de los chorizos, donde puestos varios y participar de la Santa Misa a las 11,00 con visita y canto a la que es Nuestra Patrona mayor, la Virgen de Teror, conocida popularmente como la Virgen del Pino.
A las 12,15, partíamos hacia Valleseco y adentrándonos por entre pinos y retamas, nos dirigíamos hacia Artenara, que no era la meta, sino una parte más de nuestro itinerario. Por el recorrido, un servido iba con micrófono en mano comentado e informando cual guía de lo que iba apareciendo en ese ascender hacia el municipio más alto de la isla; hasta que el joven chofer de la guagua (“autobús”, en espakistaní), dijo: “¡ah, pero usted le tiene manía a los pinos!”, quedando convencido al final, acerca de la conveniencia de árboles frutales ante estos estériles y envenenadores árboles que además son peor que la gasolina, con su resina y pinocha para alimentar previsibles y ojalá nunca más habidos incendios, sin más provecho, y que además nos ha retirado el agua. Todo esto con el visionado de las paredes de otros tiempos, desde los fondos de los barrancos hasta las crestas más altas de las cumbres, cubiertas de pinos cuando en su día lo era de hortalizas, sementeras, granos y otros frutales.
A las 13, 30 pudimos abrazar a Unamuno en bronce, y con él contemplar la “tempestad petrificada”, que él dijera, y descubrir lugares y montes, mesetas y carreteras, con roques y riscos. De allí el mejor pan, y desde tan idílico lugar, partíamos ya camino de las 14,00 hacia el pinar.
Tamadaba nos aguardaba con sus mesas y bancos, servicios y agua y la sombra con vistas al mar y a Tenerife. Todo fue llegar y almorzar, y para mejor hacer la digestión después de breve descanso y ya sobre la 15,30 y ahora a pié, nos dirigíamos al punto opuesto en masa, todos los excursionistas en amena y fraterna conversación, con paradas para recordar y evocar campamentos-escuela de valores de otros tiempos entre otros detalles.
Aún no habíamos cubierto el final del paseo que nos asomaría sobre Agaete y desde las explanadas de Gáldar, su faro, el farallón, costa botija, etc., disfrutábamos de la panorámica única y excepcional de Amagro, Guayedra, el Faneque, etc. para un alto en el camino y descubrir al hombre y mujer más fuerte, y dados de la mano, por separación de sexo, y en torno a un pino central, se iba eliminado en tirar de los demás y hacer rozar al árbol al que iba quedando eliminado, hasta quedar solo dos y el campeón; se repetiría lo mismo con las féminas, que más astutas, hicieron del juego una hermosa lección, que cansó a todos e hizo reír a más.
Pero, no acabaría ahí, el espíritu fraterno y evangélico de hacernos como niños según petición de Nuestro Dios y Señor, que buscando de entre las armas de los pinos las “barbas” grisáceas que producen las nieblas y fríos, que colocadas en bigotes, barbas y cabezas nos hizo posar a todos en hermosa obediencia de grupo, donde el ridículo quedaba desterrado y desde el más intelectual, pasando por los más sencillos y mayores, y sin que nadie –salvo uno- todos mostraron tan original como distinto disfraz, sin encontrarnos todavía en carnaval.
Pasaban las 17,00 cuando con pena por dejar atrás jornada tan viva y alegre, iniciábamos la vuelta o regreso, esta vez, por: Las Cuevas de Galaz, altos de Ariñez, Risco Prieto, Las Lagunetas, La Lechuza, con parada para estirar las piernas, comprar algo y descansar de estar sentados, en San Mateo.
Pasadas las 19.00 horas, salíamos de la Vega, pasábamos por El Madroñal, al Villa de Santa Brígida, y por Tafira; entrábamos ya a las 20,00 llegando a Telde, para un poco más tarde entrar en Lomo Magullo, en una más, de las tantas excursiones que programamos y hacemos durante todo el año.
Comenzábamos así el nuevo curso de pastoral con la mochila llena de gozo, alegría, bien, y estrechando lazos de fraternidad y poniendo a prueba nuestro espíritu de colaborar, participar y obedecer. Volvíamos a casa, con el corazón lleno de María, de campo, de hermosos paisajes y mejores vistas, pero sobretodo, con la alegría de estar juntos, y juntos seguir en ruta.
El Padre Báez.