EL MACHO DE ERINEITO
CUENTO GOMERO DE FRANCISCO JAVIER GONZÁLEZ
EL MACHO DE ERINEITO
Casimiro
Erineo Chinea Barrera nació en mala época. Desde luego que eso él no podía saberlo. Tampoco sabían sus padres que allá lejos, en Europa, se gestaba una guerra feroz que, de rebote, alcanzaría a Canarias aunque a ellos poco les interesara. El padre, Casimiro Chinea Padilla, se podía decir que estaba marcado por Cuba. Nació justo cuando en la rada de la Villa se hundió el “Cantabria” que iba rumba a Cuba con tropas españolas, luego, cuando cumplió los 18, ante el peligro de que lo llamaran a filas salió de su Quise natal para Cuba justo cuando terminaba en la isla caribeña la “Guerra Chiquita”. Trabajó duro, ahorró todo lo que pudo y con unos buenos pesos en el bolsillo se volvió pa’Canarias en 1909 cuando, en medio de la ocupación gringa de la isla, en las elecciones de ese año, se eligió a Tomás Estrada Palma como Presidente de la República, aunque supeditada al derecho del gobierno USA a intervenir cuando lo considerara oportuno en los asuntos de Cuba.
En verdad la guerra había llevado a Cuba a la ruina, la plata corría poco y el resultado del trabajo no meritaba el sacrificio de estar fuera de Gomera. El campo se estaba despoblando en gran parte debido a la política del “Carnicero” Weyler de reconcentración de las poblaciones pa’impedir el apoyo campesino a los insurrectos. Con la rendición del Ejército Español, arreciaron las presiones que ejercía la Liga General de Trabajadores Cubanos para que se contratara preferentemente a los cubanos frente a las que ejercía la oligarquía del Círculo de Hacendados y Agricultores que clamaban para que se permitiera la entrada de españoles y, sobre todo, de canarios a trabajar a la naciente República de Cuba. El que llamaban “Trust del Azúcar” en manos gringas se fue haciendo con el control de toda la industria y forzó en 1904 que se presentara al Senado cubano un proyecto de Ley de Inmigración para favorecer la llegada de familias y braceros canarios y, más tarde, en 1906 el gobierno Estrada Palma aprobó la Ley de Inmigración y Colonización por la que el estado cubano pagaba los pasajes de Canarias a Cuba.
Para esa época, la colonia canaria en Cuba sobrepasaba ya los 50.000 residentes aunque muchos de ellos vivían y trabajaban en la Habana. En verdad que a Casimiro se le escapaban los detalles del porqué su situación era más precaria cada vez, pero veía muchos negocios de isleños irse de baretas sin remedio. No sabía leer y su firma era su huella entintada pero siempre había gomeros muy preparados, como Francisco Ayala o Domingo Trujillo, que le explicaban aquellas traquiñuelas y cacambrecas legales que impedían que el gobierno de José Miguel Gómez cumpliera los compromisos que prometía a los canarios.
Pa’la primavera de 1909 volvió Casimiro a Tenerife con los centenes ahorrados, aquellos centenes de oro de Isabel II que, cada uno, valía 100 reales y corrían en Cuba, que aún no tenía moneda propia, junto a los Luises franceses y a los dólares gringos. Llegado a Tenerife, sin perder tiempo, a las 24 horas embarcaba en el frutero “Taoro” que salía de Santa Cruz hacia Hermigua. Habló con el capitán Roque Pérez, un curtido y amable marino grancanario, para que le embarcaran las dos cajas de cedro que traía de Cuba y dos maletones de madera con ropas y algunos chafallos que, por querencia y sin saber pa’que le iban a servir, no quiso dejar atrás.. Desembarcó por el recién inaugurado pescante que la “Sociedad Anónima La Unión” construyó en “El Peñón”, cargó sus matules, se puso su sombrero de yarey cubano y su blusa, que aunque el tejido era malo, más bien de gilipliega, estaba bien blanca de bastantes lavados con añil, alquiló una bestia con su arriero en El Estanquillo pa’acarrerar todo y traspuso camino de Alajeró
ERINEO: En lugares de lainoamérica como Cuba o Venezuela es como se escribe IRENEO. En San Sebastián. Gomera, hay enterrado un señor ERINEO Padilla nacido a finales del XIX
GILIPIEGA: Cubanismo. Usado también en Gomera y Tenerife para cualquier tejido de no mucha calidad
TRAQUIÑUELA: Triquiñuela
CACAMBRECAS: Mentiras, cuentos chinos, embustes
CHAFALLO: Cosa vieja, no útil, trasto
Quiteria. El casorio
Na’más llegar, y con el apuro que le daba el acercarse a la cincuentena, le echó el ojo a Quiteria Barrera Medina, hija única, moza casadera, no muy agraciada pero firme p’al trabajo de la casa y del campo. Los Barrera tenían una casa de piedra seca por Arguayoda cerca de la vieja ermita de San Lorenzo, sus buenas eretas por el cabezo de Areguerode, lindando ya con el valle de Erque y cerca de la fuente de Todare, además de unas cuevas pa’ganado por el Ancón de Luis en los profundos veriles del Barranco de la Rajita. Casimiro tenía lo de sus padres por Quise pero sin partir con sus hermanos. Unos buenos llanos de papas, lentejas, chícharos, cereal y alguna higuera bergazota, con higos negros dulces como la mejor miel de palma. En menos de un mes decidieron el casorio. Querían casarse en la ermita de San Lorenzo porque la madre de Quiteria, Guadalupe Medina, decía descender de unos Medina que, siglos atrás, fundaron y construyeron la ermita, pero con el cura de Alajeró enfermo, el de Chipude era el que atendía las dos parroquias y solo accedió a casarlos en Alajeró.
P’Alajeró partió la comitiva, Casimiro con su sombreo de yarey, pantalón de dril, su camisa blanca de lino del país y un saco también blanco que había traído la Habana. Quiteria, tocada con pañoleta, con blusa blanca de lino del país, justillo negro ribeteado, refajo encarnado, falso blanco y falda azul bordada iba radiante, caminando por el caserío con galancia pa’dar envidia a las comadres mironas hasta montar la bestia engalanada – una vieja y mansa burra gris- que le habían preparado p’al viaje. La compaña era gente mesturada de Quise, Arguayoda, Erquito, Erque y hasta algún chipudano. Cuerdas no habían pero si chácaras y tambores pero, tras la dura faena de bajar el barranco de la Negra no habían ánimos pa’musiqueos y lo único que se oía eran los resuellos de los caminantes. En el barranco del Charco hubo que descansar, comerse unos enyesques y vaciar un par de barrilotes de vino que portaba la comitiva.
Así llegaron hasta Alajeró, a casa de unos parientes de Quiteria que se cambió a un traje más aparente pa’la ceremonia con una falda amarilla, blusa bordada y pañoleta, se refrescaron y avisaron al cura y al escribiente y, con el ramo de novia de girdanas de un precioso amarillo, tomaron el camino a la iglesia de San Salvador p’al casorio y las firmas.
Al filo del mediodía, de regreso al caserío y al irse acercando, tras la pechada de subir el escarpado barranco de La Negra, en el romaniente donde iban los del pueblo a buscar el agua pa’llenar las tallas, pegaron de nuevo a sonar chácaras y tambores, ajijides y vivas a los novios, barruntando ya el convite del casorio que los esperaba. Aquello era algo más que un ayanto. De la factoría de salazón de La Rajita que los Lloret y Linares habían fabricado en las plataneras de D. Pancho Mora mandaron sus buenos kilos de pescado salado, desde chernes a tollos que se prepararon con batatas traídas de la Lomada de La Villa que tenían fama de ser las mejores de la isla. Se mataron dos machorras, un cochino y varios conejos pa’l condumio. Las morteras de mojo estaban a reventar. Quesos tiernos y curados, el mejor almogrote, morones y roscos de vichí, rosquetes de huevo, almendrados y almendras engofitadas, alfajores con miel de los corchos de Erquito, , tortas de leche y de cuajada con miel de palma de Cubaba, manjarete de millo tierno cuajado con leche y azúcar al estilo cubano…..El trabajo de las comadres de casi un mes de amasijos y de chajorar vilana tras vilana con todos los charascos que garraron por los contornos.
Tras el banquete vino el baile en que las cuerdas sustituyeron a las chácaras y tambores del camino. Pa’entrar en jarana principiaron cantando coplas de versos englosados y puntos cubanos hasta que pegó el baile. Se encendieron candiles y algún petromás con belmontina traída de La Rajita del motor de la luz, regalo de Juanillo, el que había puesto los techos de zinc de la factoría, que venía invitado. ¡Terrible belingo hasta clariar el día fue aquello! La gente se marchó cuando ya la labradora tumbaba por poniente. ¡Dio que hablar hasta en Vallehermoso!
ERETA. Trozo de terreno de cultivo llano entre paredes generalmente en escalera con otras. Si son grandes pasan a ser “LLANOS
BERGAZOTE/TA: Se dice del higo aperado de piel negruzca y pulpa roja y de la higuera que lo produce
SACO: Cubanismo muy usado en Canarias hasta los años 50. Americana o chaqueta
GIRDANA o JIRDANA: Planta del genero Teline de bonitas flores amarillas, Retamón
AYANTO: Comida
ENGOFITAR: Tostar con azúcar las almendras moviendop con el remijiquero hasta acaramelarlas.
CHAJORAR: Quemar ligeramente, tostar. P.ej chajorar pan o tortas
VILANA: Bandeja de latón para hornear
CHARASCO Leña menuda o ramillas secas para fuego o para chamuscar un cochino antes de rasparlo con piedra de cochino.
BELMONTINA: Petróleo
Guadalupe y el santiguado
Las comadres alegantinas, como pasaba el tiempo y Quiteria no preñaba, pegaban a murmurar que si era media macha porque Casimiro, a pesar de ser cuarentón largo, les daba planta de ser un buen garañón, mientras la pobre Quiteria se hinchaba de rezarle al San Ramón Nonato que estaba en la ermita y a Santa Rita, que facilitaba lo imposible, pa’quedar preñada. La vieja Guadalupe Medina tomó cartas en el asunto. Empezó por darle consejo de cómo hacer las cosas: “Aprovecha la luna en creciente y que no se te ponga encima. Ponte de cuatro patas, como las cabras, y que te la jinque por atrás. Como llega más pa’dentro da más resultado”, pero lo único que logró fue que Quiteria sintiera vergüenza y protestara de que, de esa forma, le dolía la barriga.
Guadalupe, con lo del dolor de barriga, pensó que la muchacha lo que tenía era o un maljecho pagano o las madres viradas. Por si acaso le hizo el santiguado de San Juan p’al quebranto que le hubieran podido hacer y le encargó a Casimiro que, pa’bajar las madres, le trajera de Gran Rey, de la venta de los Casanova, una botella de caña-parra, ya fuera de Tamargada o de Hermigua, que tenían fama.
Cuando la tuvo en sus manos, con Quiteria en ayunas, acostada boca arriba y la barriga descubierta, derramó la vieja un poco de la caña-parra en el ombligo mientras decía, tres veces y bien fuerte “¡Ven madre a tu puesto, como Jesucristo fue al huerto!
Tras ello se untó bien las manos con el chorume que sacó machacando unos gajos de ruda mezclado con aceite de linaza y pegó luego Guadalupe a dar masaje con la caña-parra dando vueltas y, mientras se absorbía por el ombligo recitaba el santiguado
“Madre de Quiteria, mantente aquí
como Nuestro Señor Jesucristo se mantuvo en sí.
Madre de Quiteria, mantente en tu lugar
como Nuestro Señor Jesucristo se mantuvo en el altar.
Madre de Quiteria, mantente fuerte
como Nuestro seños Jesucristo se mantuvo en su muerte.
Te llamo de piernas, te llamo de brazos, te llamo de espaldas,
de pecho y de todo el cuerpo.
Tomo la vieja un respiro y puso el dedo en el ombligo pa’comprobar si la madre había llegado a su sitio. Como creyó que estaba bien dijo tres veces en alta voz:!Virgen María pon tu santa mano! y, seguidamente, colocó sobre la barriga, cerca del ombligo, un calderito, tibio, para no quemar la piel, que ya tenía preparado con agua hervida de ruda, hinojo y diente de león y se puso a rezar el credo, lentamente, pa’que lo repitiera Quiteria que no se lo sabía. Tras eso, madre e hija se bebieron el agua del calderito y, atrás, unos buenos tanganazos de la caña-parra.
El santiguado y el regreso a su sitio de la madre de Quiteria solo consiguió el que, al volver Casimiro de ordeñar el ganado, las encontrara bastante achispadas por la caña-parra.
MALJECHO: Mal de ojo
CHORUME. Jugo obtenido majando un vegetal. El chorume de ajo majado se usa pa’picaduras (avispas,talahage)
QUEBRANTO: Daño causado por mal de ojo
Lola la Bruja de El Cercado
Se decidieron por fin y como la cosa corría prisa, ajoto de último remedio, a llamar a Cha Dolores Mendoza –Lola la del Cercado o Lola la Bruja- buena curandera, arrimada con el viejo Casiano Negrín -“ Casianito el Estelero”- con el que, desde hacía muchos años, compartía un pajero, una cueva, un ganadito de cabras, unas gallinas, dos cochinos y un perro sato allá por el chipudano Barranco del Agua. En aquel entonces, cuando la importancia de un pueblo gomero se contaba por los tamboreros que tenía, entre Temocodá, el Cercado, la Dehesa y Pavón sumaba Chipude más de 150 tambores, entre ellos el de Casiano
Muy enantes, Lola y Casiano, vivieron por Arguamul, entonces un pueblo de más o menos 30 tambores. Allí había nacido, mortinato, un entenado de Casiano, niño del que malas lenguas atribuían la paternidad a Domingo Medina -“El Viejo” de El Cedro- que, legales con sus dos esposas, tenía por aquel monte una majuga de más de una veintena de mocosos. El mortinato no tenía padrino ni madrina que lo cogieran para hacer el “Baile de los Angelitos” y, como no estaba cristianado, a la escondida, tras un rezado por Dolores de la “Oración del Ánima Sola”, lo enterraron en una cajita en los arrifales de un rumbazo en la ladera de Teselinde.
Allí, en esa parte de la isla, había nacido la fama de bruja de Cha Dolores, desde que una vez, muchos años pa’tras, cuando en Cuba estalló la Guerra de los Diez Años, tuvo que ir con Casiano a la Villa pa’que comprobaran que, como él decía, Casianito era “ñoco de la pata izquierda, que no tenía ñácaros y por eso, nuti totá” pa´dir a la pelea cubana”. Cogieron por Santa Clara para bajar el Barranco de los Guanches y, luego, por la Era Nueva salir a Vallehermoso. Al pasar por casa de Antonio Amaya, los brindaron con vino y unos pedazos de costilla de cochino salado que había guisado su mujer, Delmirita Coello. Tan sabrosa estaba que Dolores se acordaba de ellas al regreso de la Villa un par de días después. Se atrevió a decirle:
-Delmirita, ¿Me daría usté un par de esas costillas saladas que usté tiene pa’cocinarlas al llegar a Arguamul con unas piñas y papas nuevas?
Delmira miró pa’l marido que estaba al lado y, tras una pequeña duda que se reflejó en su cara, contestó:
-¿Sabe usté comadre que ya las gasté toitas? Me queda pena pero ya no tengo naita de’so, ni un fisquito siquiera
Dolores, muy seria, se quedó mirando fija a Delmira, murmuró algo pa’sus adentros y le dijo, muy segura, mientras reanudaba su camino:
-Pues vaya usté Delmirita y mire en la caja y verá como es así
Al trasponer, camino arriba, Lola y Casiano, corrió Delmirita a mirar la carne de la caja en que guardaba la carne salada. Se la encontró llena de berejas y moscas verdes, como también la bola que guardaba en manteca en la orza bajo el pollo de la cocina y el faldón de tocino veteado que tenía sobre las cañas del paraño en la jumera, donde le daba bien el humo pa’conservarla, junto al queso curado. Desde ese día la fama de bruja de Dolores corrió por todo el norte de Gomera y, cuando la veían llegar a una casa, las mujeres se apresuraban a meterse unos ajos en la faltriquera, poner tras la puerta la escoba virada pa’rriba, hacer fuera de la casa una cruz en la tierra del camino con un cuchillo, y abrir en la cocina una tijera formando una cruz. Dolores al verlo se sonreía y gritaba al pasar
-¡Buenos días comadre y que, con tanto preparo, Dios la guarde!
ARRIFALES: Terrenos pedregosos y sin cultivar
ESTELERO En todas las islas. Curandero que arregla huesos y torceduras.
MORTINATO: Nacido muerto
ENTENADO: Hijastro. Hijo de un cónyuge pero no del otro.
ÑOCO: Pie sin dedos
ÑÁCAROS: Dedos
NUTI: Inútil
BEREJAS: Larvas de mosca verde
PARAÑO: Cañero para secar el queso en la humera o “jumera” de salida de humos de la cocina
La Preñez
Lola Mendoza, que de joven fue una mujer de buen ver, de grandes ojos melados, boca algo abembada y pelo tirando a rubiancón, ahora, a la vejez estaba cada día más menuda y ajillada, blanco el cabello que iba escaseando y una nariz porriñuda que cubría a unos pómulos resaltones y afilados, pero sus ojos, con su color melado cada vez más claro, seguían dando luminosidad a todo el rostro y no se notaban apagados por la edad. Lola se puso ajecho al trabajo. La primera medida al llegar a Arguamul, mientras Casianito estaba sorronguiando por las arredondas p’a ver si garraba algún enyesque y un fisco de aguafeble, y tras afatarse bien falda, refajo y faltriquera, fue esparcir por el tejado un puñado de granos de mostaza pa’espantar al posible brujerío maligno y plantar otros pocos en la eretita de delante de la casa, donde crecían hermosas matas de reinaluisa, romero, orégano, cilantro, perejil, pimienta putala
madre y una santasnoches para secar las blancas flores que se fumaban p’al asma. Como ella decía “la tierra es hembra y pare” y las matas que nacieran servirían para proteger la casa hasta que naciera un niño, si es que nacía. Como le pareciera que la casa estaba maldicionada, le preguntó a Casimiro:
-Allá, en Cubita la Bella, ¿viste alguna noche a alguna gomera, de cara conocida, a la que hubieras dejado mal puesta antes de salir p’allá? Porque pudiera ser una bruja ofendida de las que pueden dir en una noche hasta La’Bana y volver luego.
Casimiro, que ya había oído cuentos en Matanzas y Sancti Espíritu cuentos d’esos contestó rotundo:
-Nunca vide nenguna, ni al dirme pa’llá dejé atrás nenguna rencilla de mujerío.
Tras eso, y por si acaso, en cada una de las cuatro esquinas de la casa quemó Lola un manojo de cebada del país con unas ramitas y frutos secos de orijama para que la llama y el humo de la tamosén junto con las orijamas, limpiaran de malas presencias al lugar. Cha Lola consideró un buen barrunto el encontrar, al entrar a la casa, una mariposa blanca de la col y un abejón del culo blanco revoloteando.
Luego hizo un majo de ajos bien trenzado que remató con un pequeño jierro que le quitó a una cabra de Casimiro josca y jalduda, con unas grandes mermellas colgando bajo el quejo y lo colgó de la primera tisera tras la puerta del cuarto de Quiteria. Guadalupe protestó un poco porque creía que, como la cabra era, además de fea, algo perrenque, el jierro a lo mejor, si venía el niño, contagiaba a la madre y le hacía tener poca leche pa’l guañoco.
Pegó luego con los preparos. Le pidió a Casimiro que mandara un propio hasta los Chorros de Epina ya que Casianito, con su pata ñoca, ya había caminado más de lo debido y allá fue, portando un fol y un cairano, Andresito Barrera, uno de los galletones primo de Quiteria. En Epina había, por aquel entonces, tres chorros a los que se les atribuía propiedades especiales relacionadas con el amor y la fortuna. El primero, el chorro de las mujeres, el segundo de los hombres y el tercero de las brujas. Del primer chorro tenía que traer el fol lleno de agua y en el cairano una buena porción de hojas, brollos y frutos de los grandes marmulanos que, en Gomera, solo había en ese entorno de Epina. Los tenía que recoger sin sol, en el bruscalito cuando ya caía el oscuro y, con la misma volver. Andresito, aunque todavía no le aparecía ni la pelusilla del bigote, cargó además de con un candil, con una mocha y un cuchillito por mor de las luces que todo el mundo sabía que salían por esa parte del monte. La mocha por si eran vivos de malas intenciones y el cuchillo pa’dejar clavada en el sitio y desnuda hasta la salida del sol a cualquier bruja que le saliera al paso, pero nada lo estorbó ni vio luces danzando por el monte, y como a las tres de la mañana estaba ya de vuelta en Arguayoda con el mandado.
Por la mañanita, antes de salir el sol, Cha Lola, con el agua del primer chorro de Epina encendió, en la cocineta de tres chíniques que había arrimada por afuera de la casa, un fuego con brezos y jaras para cocinar, en dos calderos separados, sendos remedios que endulzó con abundante miel de palma. Durante una semana, Quiteria tenía que beber, tras rezar un padre nuestro, un posuelito de uno por la mañana, antes de su normal desayuno de tabefes con gofio, y del otro al acostarse en la noche. El primero era un guiso de ortigón de monte, hierba mujer, frutos de tamagante, diente de león y los brollos y frutas de marmulano. El de por la noche tenía raíz de higuera, ortiga blanca, hojas de chajora, comino, nuez moscada y cola de caballo. Recomendó también a Quiteria que comiera todas las támbaras que pudiera, buenos sancudos de papas, piñas y col pero con algún cachito de costilla salada y, por lo menos, un huevo con vino cada dos días.
Al irse, Cha Lola llamó aparte a Quiteria y le aconsejó:
-Niña Quiteria. Yo no sé si d’esta saldrás embarbascada pero, si no es así y tienes miedo que’l chacarón de Casimiro se te largue y se busque una querindanga sangarrona por esos mundos, lo que tienes que jacer es, cuando tengas la luna, garras unas gotas de la sangre, amasas una torta de jelechera, se la pones y la amorosas con amulán. De esa forma, cuando se la come, un hombre se te enverija de por vida.
Así, tras santiguar, dando singuidos al aire con una rama de romero mojada con lo que quedaba de agua de Epina y recitando algún ensalme en voz baja, Cha Lola, con el cairano rebosando de carne salada, higos pasados, porretos y almendras mollares, mientras Casianito, arrastrando por su pata ñoca, arreaba con una raposa de papas y dos gallinitas pollanconas, atadas por las patas, traspusieron pa’l Barranco del Agua.
ABEMBADA: Grandes bembas
AJILLADO/A: Persona de aspecto desmejorado. El verbo AJILLAR refiere a animales o frutas que no alcanzan su tamaño o madurez normal
PORRIÑUDA: Con forma de PORRIÑO que es una porra de madera que usan los marineros para escachar el engodo o matar las morena o pejes grandes a PORRIÑAZOS
AJECHO: En seguida, sin pausa
SORRONGUIAR o ZORRONGUIAR. Estar a la expectativa a ver si se consigue algo
SANTASNOCHES: Floripondio. Arbusto parecido al estramonio de flores blancas colgantes. Rico en escopolamina.
JIERRO: Cencerro para el ganado cabrío
JOSCO/CA: cabra de color claro delante y oscuro atrás o el revés
JALDUDA: Cabra de pelo largo de medio pa’tras o en las patas traseras
MERMELLA. Apéndices carnosos de la cabra bajo la quejada
PERRENQUE: Cabra de poca leche
FOL: Pellejo de cabra curado para usar como recipiente para líquidos
CAIRANO: Morral de espalda hecho con un fol de cabra
BROLLO: Brote tierno de una planta
MARMULANO: Marmulan. En Gomera solo en los alrededores de Epina. Frutos comestibles. Probablemente el GAROÉ herreño era un marmulan
BRUSCALITO: Caída de la tarde. El día anocheciendo
COCINETA: Cocina de exterior, adosada a la casa. Son tres Chíniques (Teniques) entre los que se hace el fuego
TAMAGANTE: Arbusto 1m, del género Cistus, siempre verde, bonitas flores rosadas y fruto comestible
CHAJORA: (Sideritis gomertae) labiada, rupícola hojas café con leche por encima y blancas por debajo. Es “yerba lechera”. Seca sirve para yesca
EMBARBASCADA: Mujer o ganado preñado
CHACARÓN: Lagarto macho grande
SANGARRON/A : De mala vida
AMULAN: Manteca de ganado. Obtenido “meciendo” la leche en un fol colgado entre dos vigas o tiseras
SINGUIDOS: Zumbidos
La parida
Ya sea que los rezados y remedios de Cha Lola quitaran cualquier malditura que alguna bruja mala hubiera echado o que el yerberío de los remedios hiciera su efecto, lo cierto es que la primera luna de Quiteria tras los santiguados y beberajes ya no le bajó. Casimiro no la dejaba ir a los terrenos ni trafaguiar con los ganados por miedo a que se moviera el feto y se ajorrara. Algunas comidas y olores le daban fuerte esguariza por lo que comía como una tamaismita brincona al lado de un charco y se pasaba el día desajilada. Pa’desayunar, ella que estaba acostumbrada a una escudilla de leche cabra con gofio, o unos tabefes sucios engofiados, solo una agüita de madalena, pasote y lentén con pan esmigajado. Algún antojo sí que se permitía como el de unas peras coscudas que eran puro almíbar. Así y todo pegó a crecerle la barriga de tal forma que las comadres le decían:
-Quiteria. Cuando salga ese zangalote vas a tener que llevarlo direto al Ayuntamiento pa’quintarlo. Ese sale ya criado
El parto se esperaba p’allá pa’julio pero a falta de una luna, recién pasado San Juan que llenó los montes de la isla de fogaleras, olor a papas turradas y sonidos de chácaras y tambores celebrando la “luna del año” como la llamaban los cabreros de los altos, con las caldas que traía el siroco que soplaba del Sáhara y con los días bichornosos a más no poder, Quiteria entró en dolores. Los silbos iban y venían por los barrancos pidiendo una ayuda y, sin demora, desde Erque llegó en una caballería Cha Lucía Mora dispuesta a servir de partera con la ayuda de Guadalupe y, al ratito, pero a tiempo porque Quiteria acababa de romper aguas, apareció Seña María Medina de Igualero con el mismo propósito. A cosa de más de media hora de quebrantos y dolores apareció la cabeza de un guañoco y, jalando lo sacaron, le dieron una nalgada y berreó. Cha Lucía se lo pasó rápido a Seña María y siguió en la faena porque había otro que daba señales de salir.
El primero, un niño no muy grande pero no malasombrado, con pelo lacio más abundante de lo normal, seguía guañando. El jimagua, que al fin salió, era un niño pequeñajo, algo cerúleo, entecado, que tardó en romper a llorar y que no hacía señas de querer garrapatiar, tanto que Seña María le dijo a Guadalupe:
-Comadre. No sé yo si este fisquito de criatura llegará a vivir. Llame al cura pa’que cristiane al redrojo aquí mesmito, porque llevarlo a Chipude o a Alajeró no creo que este cuerpito lo aguante.
Cha Lucía, que ya era sabida en el oficio de partera, le aclaró a Guadalupe
-Por lo que me ha dicho Don José, el que fue cura de Chipude que en paz descanse, en caso de apuro cualquiera puede bautizar echándole el agua al nacido por sobre la cabecita y diciéndole “Fulanito, Yo te bautizo en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y si sale pa’lantre ya lo bautizará de verdá el señor cura.
La madre y la abuela ya habían decidido que el niño llevaría el nombre del Santo del día, así que al mayor decidieron llamarlo Erineo, tal como venía escrito en un almanaque que Casimiro había arrastrado desde Cuba. Como solo hacía unos días que había pasado San Juan decidieron, por si acaso, hacer con él lo que decía Cha Lucía, que realizó la ceremonia llamándolo Juan.
Guadalupe y comadre Sinesia, la del Draguillo, prepararon pa’Quiteria el “Beberizo de parida” con una medida –algo más de un cuartillo- del mejor vino del Palmar de Ajén, unas cucharadas de miel de abeja de la de los corchos de colmena que los Barrera tenían por las bandas de Erquito y unas cucharadas de amolán, todo ello calentado en el borrallo que quedaba entre los tres chíniques del fogal que la parida se bebió sin rechistar y se quedó sumida en una conduerma que duró un buen rato hasta que la despertaron pa’darle de mamar a los guañocos.
Casimiro, que no quiso estar de zorrocloco por vergüenza, pa’celebrar las nueve noches de las “velas de parida” en que los vecinos y amigos, sobre todo las mujeres, hacían compaña a la parida pa’no dejar que las brujas, mientras esta dormía, pudieran venir y dañar al niño. Como Quiteria y los dos nacidos estaban delicados, pidió al suegro, Doroteo Barrera, permiso pa’usar su casa, que era una de las mayores del pueblo, sabedor de que los tambores, chácaras, timples y guitarras, y los juegos que se hacían no iban a dejar descansar a la parida con todo el vecindario que se apuntaba al parrandeo. Mientras durara la noche, turnándose, se quedaban con Quiteria un par de mujeres mientras el resto de la compaña desgaritaba casa Doroteo. Jugaban, sobre todo, a “correr el cinto” que pasaban, sentados contra la pared, por detrás para que no lo encontrara el que le tocaba buscar o a “Vuela, vuela animal” en que, de seguido y ajecho, cada uno iba diciendo un animal que volara. El que se equivocaba, como Martinillo que dijo “Vuela vaca”, tenía que pagar prenda fuera hombre o mujer. Pa los convites trajo del comercio de los Ascanio de la Villa tabletas de chocolate y anís “El Mono”, de Macayo un garrafón de vino, unas botellas de parra y en la casa se hornearon ricos rosquetes de huevo y caldos de gallina y pichón pa’la parida y la compaña, mientras el así cristianado de urgencia, Juan, parecía agarrarse a la vida.
Terminaron los nueve días de la vela con el baile de la “Isa de la parida”. El baile, reunidos los que habían hecho las noches de vela, lo abrieron los padrinos Manuel Padilla, primo de Casimiro, conocido como Cho Manuel “Plágana”, alto y delgado como un alfinel, y Lucía Correa, a la que llamaban Lucía “Broco” por ser bajita, más bien rechoncha y de pelleja canela oscura como las judías broco pero muy parejera, por lo que los vecinos comentaban que eran una pareja dispareja. El contro lo tocaba Angelillo “Cancanaso”, bastante aficionado a jincarse sus buenos lambriazos de parra, y la guitarra su hermano Luis “Cubanito”. En verdad que, entre los dos y algún tambor, hacían fuerte parranda . Al día siguiente, con diez días cumplidos, bien acotejados, con unos batilongos blancos con una puntillas de encaje de remate que había hecho Guadalupe pa’l bautismo, y con los padrinos jaspiados que parecían soles brillantes, se llevaron a los dos nacidos al cura de Alajeró que los cristianó debidamente.
Al volver a Arguayoda, vino el convite del bautismo, en que chácaras y tambores resonaron otra vez en casa de Doroteo, en la juelga. Como todos sabía lo que pasaba con el pequeño Juan, el que cantó alantre, Lucas Negrín “el Cabuquero”, buen versador, dio como pie:
Que buenos padrinos tienen
estos niños si no se mueren
La juelga duró hasta anochecido y con los últimos toques y repiques la vida para Casimiro y Quiteria volvió a la normalidad.
MALDITURA: Maleficio, mal
TRAFAGUIAR: Trajinar
AJORRAR(SE): Malparir, abortar. Se aplica al ganado o a las mujeres
ESGUARISA: Asco, repudio aversión
TAMAISMA: Alpispa
TABEFES: Suero que suelta la leche cuajada en la empleita al prensarla en la quesera. “Sucios” es cuando arrastra restos del queso y no solo el líquido, “limpios”
LENTÉN: Llantén
PERAS COSCUDAS: Variedad pèqueña pèro muy dulce
CALDAS: Calores. Rescoldo del horno
BICHORNO, BICHORNOSO: Calor sofocante, bochorno
MALASOMBRADO: De mala apariencia, mal aspecto
JIMAGUA: Persona o animal nacido en el mismo parto (gemelos o mellizos)
ENTECADO: Flaco de ENTECARSE: Enflaquecer
REDROJO: Último animal nacido en un parto. El segundo de dos gemelos
CORCHO DE COLMENA: Es un tronco de palmera vaciado para servir de colmena
BORRALLO: Ceniza y pavesas de un fuego
CONDUERMA: Amodorramiento como el que da después de comer.
DESGARITAR: Alborotar, espantar
BROCO : Judía gomera, pequeña, redondeada de color canelo suave
PLÁGANA: Conjunto de filamentos de una espiga
JASPIARSE: Arreglarse, ponerse guapos
CABUQUERO: El que abre agujeros para `poner cartuchos de dinamita (bitoques). El que trabaja en una cantera de piedra
Erineito y Juanillo
Erineo, al que todos llamaban Erineito, crecía que daba gusto verlo a pesar de que era algo virado del ojo izquierdo. No era muy grande. Algo chaparro, pero desde chiquitito se empenicaba y parecía más alto. Brincón que parecía un saltaperico, siempre haciendo bulla, majaba con un palo cualquier cacharro imitando un baile de tambor y no se quedaba quieto ni atándolo. Se embriscaba por cualquier cosa que le dijeran y luego, si no lograba nada, se amulaba hasta que se le pasara la verraquera. Bocudo, era de buen yantar y se empajullaba en cuanto podía de escacho, de sancudo y no digamos de berrendo de gofio. Era castigoso pa’la fruta aunque estuviera jinchona y pa’las peras y las cirgüelas era peor que una plaga de gorronas. En un chabuco, más chico y menos profundo que el chajigüe al fondo del Barranco de la Negra, en que el agua se tancaba gran parte del verano iba, con sus seis añitos a hacer sus pinitos de nadador sarsaliando pa’mantenerse, vigilado por María “la Sanona”, una prima de Casimiro que para ayudar a Quiteria había traído desde Quise. Cada vez que iba María, que, aunque buena pa’traquinar en la casa, era algo taita y no paraba de hacer o decir chalradas, garraba alguna ranita de San Antón que se llevaba a la eretita de las yerbas pa’oirlas cantar al atardecer.
Lo que le sobraba a Erineito le faltaba a Juan. El pobre niño era desde la cuna algo achusado y, pa’colmo, se criaba ajillado y se le veía entecarse día a día. Nunca parecía desajilado por lo que pa’comer se conformaba con cualquier ajiaco y eso que Quiteria tormentiaba lo suyo pa’buscar lo que pudiera apetecerle. Parecía ponerle mejor cara a alguna cosa, como el potaje de leche, con ñame rabucho, pantana y trigo moro tostado, pero poco más. No valía ni siquiera asustarlo con “Si no comes, llamo al Viejo Carrucho”. Lo que si le gustaba era masticar los pedazos de panal que Casimiro le traía de las colmenas que tenía en unos corchos de palma en los ancones del borde del barranco, mirando para Erquito. La cera que quedaba la iba guardando Quiteria. Era muy buena pa’poder clavar alguna puncha en las tiseras de brezo del techo de la casa y sujetarlas al frechal sin que el brezo rajara. Ni siquiera su hermano lo arrastraba a jugar al “jilo verde” con la media docenas de chiquillaje de 5 y 6 años que había en el pueblo que, sin escuela cercana, pasaban los días entre los boliches, el tejo, el tángano, el trompo o jugando a “no te esconda un deu” corriendo la piedra o a suértola.
A cada rato Juanillo aparecía enfiebrado, con los ojos martiguados y sin que se supiera que matungada tenía. Llevaron al niño a D. Pedro, el médico de Alajeró y hasta al de la Villa sin que diera resultado. Por si era cuestión de que estuviera maldicionado o algún mal de ojo que hubieran podido hacerle, a pesar de que los dos hermanos tenían siempre un lazo encarnado, resolvieron llamar otra vez a Cha Dolores Mendoza, la Bruja del Cercado, que seguía viviendo por el Barranco del Agua.
Lola, con el ñoco del Casianito a rastros, se plantaron en Arguayoda durante tres días. Aguaje va, aguaje viene, rezados y santiguados, pero de mejora de Juanillo, nada de nada. Al final Lola, tras recomendar cada día en ayunas una taza de un agua de una mestura de algáfita, loro, abrepuño y nogal, declaró “Esta agüita es pa’templar la barriga del niño, pero lo que tiene no es pa´mí. Esto es pa’médicos y melecinas”. Cargaron con las viandas y la media raposa de papas morunas que les obsequiaron y arriaron el chicote camino de Chipude.
Una mañana Juanillo amaneció con una fuerte tiritera y se quedó sin tino un buen rato. Las mujeres pensaron que tenía una alferecía a resultas de que la madre lo había sacado al patio tras una gripe y le había dado un aire y pidieron a Casimiro que se llegara a La Dama o a La Rajita a conseguir piedra de coral encarnada pa’mesturar con un vaso de orines de la madre en ayunas que era el remedio pa’la alferecía. No hizo falta porque el niño recuperó el tino pero quejándose de dolor de cabeza y del cogote, vomitando, y con unas vejiguitas en los pies. Nadie sabía que era eso pero el niño estaba muy matungo y, con miedo a que abicara, los silbos corrieron por todos lados pidiendo un médico.
“La Dama” era una finca que habían comprado los hermanos Roberto y Ángel Carrillo, junto con su pariente el cacique de Agulo Leoncio Bento, en el lomo de Tapugache a más de 100 pequeños propietarios. Alli, en la costa de Chupijen, al margen del barranco, en la playa de La Rajita, habían construido un pequeño muelle para poder embarcar los frutos de la finca, muelle del que también se servía la factoría de salazones del mallorquín Pedro Lloret. La casa central de la finca tenía motor de luz eléctrica y un teléfono que los comunicaba con Valle Hermoso, Agulo, Hermigua y La Villa. Los silbos los oyeron los peones de la finca que, rápidamente, comunicaron al encargado Francisco Cubas la urgencia que se pedía. Quiso la casualidad de que el doctor Trujillo, médico de Valle Gran Rey estaba en la finca tratando de una gripe a Don Cecilio “El Inglés”, un hijo del representante en Tenerife de la casa Elder Dempster. Los silbos, ahora de vuelta, avisaron que el médico subía para Arguayoda con una caballería de los Carrillo, y en media hora estaba observando a Juanillo. El médico vio al niño con los ojos cerrados, rígido y con pequeñas pústulas en pecho y piernas. Al abrir los ojos a Juanillo le molestaba la luz y pedía que no hicieran ruido que le dolía mucho la cabeza. Cuando le tocaron la cabeza intentando levantarla Juanillo dio un chillido terrible que dejó acongojados a todos. Se quedó después con los ojos en blanco y sin tino.
El diagnóstico fue rápido. El niño tenía meningitis y, pensó el doctor Trujillo, poco podía él hacer. Mandó refrescarle la cabeza con paños empapados en agua de limón lo más fría posible, mojarle con chorume de ajo majado las vejiguitas, como si fueran picadas de avispas y aplicarle en el pecho unos cataplasmas de mostaza pero no mucho rato para que no le quemaran. Conocía, por su carteo con médicos cubanos, que los gringos en América usaban unos sueros sacados de caballos que curaban, pero América quedaba muy lejos de Gomera. Como solo cabía esperar lo que consideró inevitable, dio unas recomendaciones que, bien sabía él, de poco servían, y volvió con su caballo a La Dama
OJO VIRADO: Bizco
EMBRISCARSE: Acción de acometer, atacar. Cabrearse
VERRAQUERA: Enfado. En los niños llanto permanente sin motivo
EMPAJULLARSE: Hincharse de comer.
ESCACHO: Gofio amasado con papa guisada, sal, mojo y queso
SANCÚO = SANCUDO de papas, millo y coles
BERRENDO: Gofio amasado con miel y queso tierno
JINCHONA: Fruta aún verde
GORRONA: Orugas
DESAJILO, DESAJILADO/A: Hambre, hambriento
AJIACO: Comida sencilla, pobre
El Viejo Carrucho: En Gomera y Tenerife EL COCO para asustar a los niños
TISERA: Vigas de madera, generalmente brezo o loro, que sujetan la viga cumbrera y la unen a los frechales sobre las paredes en el tejado tradicional canario
FRECHAL: Viga plana sobre la pared para asentar las tiserras
MATUNGADSA: Enfermedad. MATUNGO: Enfermo
JILO VERDE: Juego infantil de persecución
ALGÁFITA, Llamada también PIMPINELA planta de tallos rojizos y flores encarnadas sin corola y cáliz purpúreo. Se usa en diferentes remedios, sobre todo para colesterol y para albúmina.
ABREPUÑO: o Cardo Estrellado. Planta género centaurea. Usado para gripe, fiebre y, sobre todo, diabetes
VIANDAS: Regalo de carnes y morcillas a los vecinos cuando se mata un cochino
ABICAR: Morir
El velorio del Angelito
Juanillo entró en una conduerma que le duró hasta rayando el alba. Se despertó, dio dos fuertes esperridos y pegó a balbucear algo que nadie entendía. Le remojaban la cabecita con el agua de limón fría pero no le bajaba la fiebre. A la tardecita, principiando el bruscalito, Juanillo abicó, quedándose como un corderito quieto y rígido en su camita. La abuela, que ya lo esperaba, le cerró los ojitos y en una mesa colocada en el medio del cuarto grande de entrada de la casa de Doroteo, el mismo que se usó cuando las velas de parida, dispusieron una sabana de mortaja en la que envolvieron al angelito. Encendieron una lamparita de aceite p’alumbrarle el camino al niño y el abuelo pegó a silbar pa’la Rajita donde había un carpintero que trabajaba con Gabriel Baldo en el montaje de la factoría pa’que hiciera una cajita pa’llevar al angelito al cementerio.
Avisados los padrinos, la familia, y todo el vecindario, hombres y mujeres, fueron llegando poco a poco. Vinieron de Quise, de Erque, Erquito, Igualero, La Dama y hasta de Chipude vino renqueando Cha Dolores con el ñoco de Casianito. Traían chácaras y tambores pa’l baile del angelito. Nadie lloraba porque eso lo que hacía era demorar la subida al cielo de Juanillo. Como decía Cha Dolores “No lloren que se le mojan las alas al angelito y las necesita pa’dir al cielo”.
Principiaron a tocar los tambores. La madrina, seña Lucía, fue hasta la mesa, cogió al niño amortajado y con él en brazos, bailó al redondo de la sala cantándole:
“Juanillo te vas pa’l cielo
Y en mi alma dejas jielo”
Los tambores seguían tocando junto con las chácaras y una flauta de caña. Seña Lucía le entregó el angelito al padrino y Cho Manuel comenzó su rueda de baile cantándole:
“Por lo mucho que te quería
Tu madre queda esternecía”
Dejó Cho Manuel “Plágana” al angelito amortajado sobre la mesa y pusieron flores a su alrededor. El padre cantó entonces al son del tambor:
“Yo canto pa’no llorar
Guárdame sitio al llegar”
Comenzó entonces el velorio. Toda la noche estuvo la compaña bailando y cantándole al angelito para que volara al cielo. Cogían fuerzas con torta de cuajada y pan bizcocho con almogrote, vino dulce de Tamargada, mistela y caña-parra y, al clarear el día, cada uno le fue dando sus recados pa’los finados que tenían. Era la mejor forma de comunicarse con los muertos, aunque también estaban los animeros, pero el angelito seguro que subía al cielo y daba los recados. El primer recado se lo dio el padrino:
“Juanillo, te pongo esta florita de jirdana pa’que te acuerdes de decirle a mi padre si lo ves, que por Quise andamos todos bien y que la cabra ardilada del bujero en la oreja que tanto le gustaba ha parido dos baifos”
Tras él la madrina le ató al dedo un jilo encarnado y le dio su recado al oído, tan bajito que nadie lo oyó. Detrás, uno a uno, todos fueron pasando y dándole sus recados, colgándole alguna cintita o poniéndole en la mortaja alguna flor pa’que tuviera presente los recados al llegar al cielo. Bailaron y cantaron al angelito hasta que empezó a farrafiar
Ya con el día claro, con el angelito amortajado dentro de su cajita que había pintado de blanco el carpintero de la factoría y enramada con las flores de los recados, los que no iban hasta el cementerio se despedían de los padres diciéndoles “Ya mandaron el angelito p’al cielo”. El resto de la comitiva cogió, sin llantos ni aspavientos, el camino de Alojera. El juez de paz, Don Salvador, firmó los papeles, el cura, mostrando su desagrado para “esas costumbres de magos de los velorios y los recados”, hizo la misa, dio el responso y se enterró al angelito.
ARDILADA : Cabra blanca rociada de canelo
FARRAFIAR: Amanecer
Juventud
Tras la muerte de Juanillo, Erineito pasó una etapa mala. Pensaba que él también iba a morirse. Iba de un lado pa’otro como gallina sin nidal y no se centraba en nada. Quiteria pensó en llamar a Cha Dolores al Cercado, pero Casimiro decía “Déjalo mujer. Es na’más que un niño y está triste. Eso se le pasa”, y así fue. Poco a poco se fue acomodando y dejó de parecerse un aguiloche enguirrado. Volvió a jugar con los otros niños, a ir a cazar canarios con una jiñera cerca de los charcos del barranco o a dar sonoros guinchidos cuando agarraba a otro jugando a suértola.
A los 8 años ya salía con el ganado de unas docenas de cabras y seis o siete ovejas de sus padres a pastar por las méricas de sobre El Draguillo dejando los baifos cerrados en el mirgano con un montullo de hierba fresca. Le gustaba oír el cancaneo de los jierros del ganado. Conocía uno por uno los sonidos de todos ellos, aunque su preferido era el del viejo macho de color negro sajonado al que le había colgado un casal, con un jierro que sonaba macho y el otro hembra. Se llevaba su flauta de caña y una zurrona con gofio amasado con pedazos de queso pa’l ayanto del mediodía, cuando metía al ganado en el acarradero y él se refugiaba del sol en el juaclo. Si se encontraba desgandido, como era cerca, dejaba al perro “Morucho”, blanco berrendo en negro, al cuidado del ganado y se acercaba a la casa a comerse cualquier guisne de lo que hubiera.
A los doce años cumplidos Erineito, ya magallote, se fue a trabajar de peón pa’los de La Dama. De Tenerife habían traído los Carrillo, a un ingeniero militar, Don José, al que llamaban Vallabriga que, aunque muchos creían que era el nombrete, era en realidad su apellido. Lo trajeron para trazar un canal hasta el lomo de Tapugache desde la presa que habían construido barranco arriba de Erque, medio engañando a los vecinos que tenían el agua de los remanientes diciéndole que, como no regaban de noche, esa agua la embalsaban ellos y no se perdía por escorrentía pa’l mar. Al final lograron poner tancada unas 6.000 pipas al día y los riegos pa’Erques y Erquito fueron cada vez a menos, con las protestas de los vecinos.
La atarjea descubierta, hecha en cemento armado, iba guindada en las paredes del barranco. La iban montando por trechos, con peones y maestros albañiles colgados, amarrados por la cintura. En ese trajín es donde entró Erineito a trabajar, aunque principió cuando la atarjea estaba ya en Tapugache y se hacía el tramo cubierto de cómo kilómetro y medio hasta La Cabezada, y desde allí hasta el estanque de riego de la finca.
AGUILOCHE: Guirre pequeño
JIÑERA: Jaula de caña con una parte central para el reclamo y trampas laterales para cazar pájaros
GUINCHIDOS: Chillidos fuertes imitando los de los Guinchos o águilas pescadorasa
MÉRICA: Terreno llano rodeado de riscos total o parcialmente
MISGAN(O) , MÍRGANO(Gral.) Corralito pequeño pa’baifos, en general circular y cubierto
MONTULLO: Puñado de hierba o cebada que se coge con un puñado
SAJONADO/A:Patas y barriga de distinto color que el cuerpo, Rusia sajonada, Negra sajonada
CASAL: Par de jierros pa’cabras o vacas de igual tamaño y forma. Suenan a la par o como macho (bronco) y hembra (fino)
DESGANDIDO: Hambriento
BERRENDO/A: Cabra de pelaje blanco con manchas negras distribuidas de forma regular por todo el cuerpo, o a la inversa. Se aplica también a perros, gallinas, cochinos y otros animales de ese color
MAGALLOTE: Joven fornido a punto de ser hombre hecho y derecho
TANCAR, TANCADA: Agua estancada
GUINDAR: Colgar
El accidente
Erineito no se encontraba a gusto en esos trabajos. Pensó, con la experiencia como peón albañil que ya tenía, contratarse con la Sociedad “La Unión” de Hermigua que estaban construyendo los pilares de cemento armado para un nuevo pescante a unos 50 metros del que estaba funcionando de madera. Llegó a hablar con Don Francisco Trujillo que llevaba “La Unión” al que su padre, Casimiro, conocía desde Cuba pero Don Francisco le dijo que era aún muy niño con sus 15 años sin cumplir pa’ese trabajo. Además, Erineito añoraba los campos y el ganado. Tanto fue así que pegó a darle la traquina a los padres pa’volver al trabajo de la casa y dejar a los de La Dama o cualquier otro de ese estilo.
Quiteria que, aunque mujer payuda, se apendejaba pensando en Erineito trabajando en esos pescantes cuando llegaban esos jinchetes de mar y él sin saber nadar. Mujer de tierra adentro, de los altos, de barrancos y riscales, le tenía miedo al mar. A veces Erineito en sus días libres en La Dama bajaba a Rajita a juntarse con Narciso “El Sungano”, otro de su edad que trabajaba en la pesca de los atunes pa’la salazón, y se ponían a jondear y a coger burgados y lapas juguchas. Quiteria, pa’que no fuera pa’la mar, le decía que en su casa no se comía ni pulpos, ni lapas, ni burgados , aunque luego le hacía los preparos, los cocinaba y todos, menos ella, se empajullaban de lo lindo.
Entre los miedos de Quiteria y los deseos de su hijo, Casimiro le traspasó a su hijo una parte de su ganado. En aquel momento Casimiro tenía unas 40 cabezas, mayormente de cabras, tres cochinas, un verraco y un guecho mejorano que compró a un marchante de Mequesegüe en Jerduñe, además de conejos, gallinas y palomas en abundancia. Le separó, pa’que Erineito lidiara como propios con ellos, una docena de cabras y seis ovejas, rebaño al que Erineito añadió, comprado con los reales que ganó en La Dama, un precioso tajorase aceituno, tan joven que aún estaba lejos de poder cubrir una cabra. Como era el primero adquirido con su dinero y al comprarlo en Cuevas Blancas no tenía nombre, los vecinos y la familia, viéndolo suelto por las arredondas del caserío siempre caminando tras el dueño como si fuera un perro sato pegaron a llamarlo “El Macho de Erineito”
El ganado prosperó. El Macho salió un garañón de mucho cuidado. Tanto que desde Igualero a Guarchico o Casas de Jagüe y la Orilla de Equine, por no hablar de sus parientes de Chigaragüe, Quise, Erque y Erquito venían los pastores con sus cabras pa’que el “Macho de Erineito”, que parecía que no se cansaba de abubiar, las cubriera. Todos pagaban con algo pero los trueques eran siempre buenos pa’Erineo.
Nada bueno dura pa’siempre. Erineito solía llevar el ganado a unos archipenques al empezar del etime del barranco de la Negra. En uno de aquellos ancones se le entaliscó una cabra blanquiña y tarrigacha pero muy lechera. No quiso dejarla allí pa’los guirres y, con ayuda del astia trató de sacarla de la talisca, pero del trapalío fue a dar de lleno contra el risco y perdió el sentido. Las cabras y ovejas siguieron a lo suyo por los llanos triscando pero el Macho se quedó quieto al lado del dueño.
Al bruscalito, Quiteria y Casimiro vieron llegar a “Morucho”, renqueando porque ya tenía sus años y, tras él, con los baifos balando en el mirgano pidiendo comida, repartidas, iban llegando las cabras buscando su echadero. Asustados y preocupados, llamaron a Doroteo y salieron a buscar a Erineito mientras Guadalupe se quedaba rezando a la lámina, sacada de un viejo almanaque con las ánimas benditas entre llamas y la Virgen del Carmen salvándolas, que tenía sobre la cama.
PAYUDO/DA:. Que resiste bien cuando las cosas vienen mal. Sobre todo se aplica a mujeres
APENDEJAR(SE) Acobardar(se)
SÚNGANO (ZÚNGANO): Nombrete de los pescadores de Playa Santiago (los de Vueltas son “filudos”)
JUGUCHA: Lapa de la parte rocosa de la roca donde no llega el mar
JONDEAR: pulpear con el jondeo, que es un palo con un trapo blanco pa’pulpear
GUECHO: Novillo
MEJORANO/A: Cabra (o vaca) color negro
TAJORASE: Macho cabrío joven hasta que es capaz de cubrir a la cabra
ACEITUNO/A: En Gomera y Tenerife. Cabra de color morado oscuro. En Tenerife se usa también para una vaca cenicienta.
GARAÑÓN: Macho cabrío (y otros animales) dedicado a semental. También Hombre mujeriego
ABUBIAR o Abubear. Todas las islas. Ruido del macho en celo acosando a la cabra
ENTALISCAR: Caerse un animal o persona en una grieta –talisca- sin poder salir o en un risco elevado inaccesible incluso para las cabras. También por Valle Gran Rey el órgano sexual femenino
BLANQUIÑA: Cabra totalmente blanca
TARRIGACHA: Con los cuernos hacia abajo
La promesa
Lo encontraron por los balidos desconsolados del Macho. Tenía una enorme coneja en la cabeza. Sangre había salido bastante porque la laja que tenía debajo estaba mermeja de la que le había salido. Cargaron con él y lo llevaron hasta la casa. Guadalupe, que era la más serena y acostumbrada, con hilo de sedalina y aguja de coser le cosió la pelleja del piquete y le puso unos paños mojados con caña. Lo taparon bien con una jerga chipudana y se pusieron a rezar para, en cuanto pegara a farrafiar, caminar hasta Alajeró en busca del médico Don Pedro López Gutiérrez y pasar a comprar alcohol pa’desinfectar y pastillas pa’los dolores en la venta del alcalde, Don Ramón Trujillo Mora.
Quiteria bajaba a todos los santos en su socorro. Le pedía incluso a Juanillo que intercediera en el cielo por su hermano. En su desespero le dijo a su marido:
-Casimiro. Si Erineito sale de’sta le jise a San Salvador la promesa de que le regalamos el Macho.
No fue menester ir a buscar al médico. Antes de amanecer ya estaba Erineito preguntando por lo que le había pasado. Quiteria le preparó una taza de agua con semillas de cilantro, corteza de sauce que siempre tenía seca para los dolores, y flores de majapola y lavanda seca. Se durmió de nuevo y al ratito, le dieron a cucharadas una cuasnita de una rala hecha con una yema de huevo en caña-parra y gofio. Al mediodía ya estaba Erineito sentado fuera la casa cogiendo un fisco de sol. Quiteria aprovechó pa’comentarle la promesa hecha. Nada contestó Erineo.
A los dos días, repuesto ya del golpe, todavía con un paño cerrando la cosedura, garró la mula y traspuso pa’Alajeró sin comentarle nada a los padres. Se fue a la sacristía de la iglesia de San Salvador a buscar al cura, Don José Trujillo Cabrera, el que a veces le contaba cosas de la historia gomera de la que mucho sabía. Tras contarle la caída y decirle que ya estaba bien, le preguntó directo:
- Don José. Si mi madre jiso una promesa en mi nombre pa’curarme y me curé ¿Tengo yo que cumplirla?
El cura no lo dudó un instante
-Erineo. Las promesas hechas a Dios son sagradas y hay que cumplirlas.
CONEJA: Herida abierta en la cabeza, piquete
MERMEJA: Bermeja, encarnada
JERGA: Tejida rústico de lana de oveja del país
MAJAPOLA: Amapola. También se da ese nombre a la cabra u oveja de jocico colorado
CUASNITA: Casi nada, un fisquito de algo
Promesa cumplida
Con la misma se volvió Erineito p’Arguayoda. Ya sabía que el Macho, desde que su madre se comprometió en su nombre, ya no era suyo. Era de San Salvador, pero las maguas se lo comían. Su madre se lo recordaba todos los días pero Erineo era bastante marraján y no cedía.
Salía todos los días con el ganado a pastar y el Macho pegado a su trasero. Ya no tocaba la flauta de caña ni intentaba cazar alguna perdiz o un palomo con la tiradera de la que, desde que Juanillo vivía, era un maestro. Mucho molió la batata hasta que se decidió, se viró p’al Macho, le acarició la cabeza y le dijo:
-Mañana te llevo pa’la iglesia. No sé qué coño va’jacer el santo contigo pero no quiero que mi madre, cuando abique, que a todos nos llega, venga a reclamarme la promesa y nos quedemos, ella, penando,y yo, sufriendo, así que ya sabes. Mañana p’al pueblo.
No hizo falta amarrar al macho. Iba solo, sin atar, caminando tras Erineito. Llegaron a la iglesia allá pa’las diez. La iglesia, en penumbra, estaba vacía, así que se acercó a San Salvador. Era un Cristo con una mano levantada y una bola del mundo dorada en la otra. Erineito, con una soga, ató al macho alrededor de la cintura de la imagen, se dio la vuelta y se marchó pa’la salida.
A los tres o cuatro pasos oyó un cancaneo a la espalda y el balido del animal. Se viró y vio que el garañón estaba moviendo la estatua pa’ir tras él, así que, con la magua y el cabreo de dejar a su amigo animal allí abandonado, dio un fuerte grito:
- ¡Afinca el pie, hijo puta, que te arrastra el Macho!
MARRAJAN Persona testaruda
NOTA FINAL
El cuento se basa en una anécdota real de una promesa hecha a San Salvador por los años 40 que casi arrastra con la imagen tras el Macho atado a su cintura. Me la contó Dª Isabel Darias Príncipe que la conoció por su padre D. Alberto Darias. El nombre del personaje real lo ignoro. Erineito y su entorno son todos personajes ficticios pero tan reales como los que si vivieron esa época y lugar, que son los gomero-cubanos Francisco Ayala, Francisco Trujillo y los gomeros de nación o de vecindad Domingo Medina “El Viejo” o “El Patriarca” de El Cedro, Pancho Mora, los hermanos Roberto y Ángel Carrillo, Leoncio Bento, Pedro Lloret, Francisco Cubas, Cecilio Bellamy (“El Inglés”), José Rodrigo Vallabriga, Pedro López Gutierrez, Ramón Trujillo Mora, José Trujillo Cabrera.
Al final de cada apartado incluyo un glosario de términos, la mayoría específicos gomeros que he recogido en 54años viniendo o viviendo en Gomera –como “gomero consorte- y otros comunes con Tenerife o varias islas. En un intento de que no se olvide nuestra peculiar modalidad del español hablado.
Francisco Javier González
Gomera a 7 de noviembre de 2017